Manuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)
¡Salvad a Rubalcaba!, gritan silenciosamente desde el Palacio de la Moncloa, donde gobierna Mariano Rajoy.
A sólo dos kilómetros está la sede del PSOE, regido por Alfredo Pérez Rubalcaba, doctor químico de 61 años, más de la mitad de ellos dedicados a su partido.
Para Rajoy, registrador de la propiedad, es uno de los pocos responsables socialistas con sentido de Estado actualmente, aunque asediado de nuevo por el “Caso Faisán”.
Si el PSOE lo destituye posiblemente sería sustituido por Carme Chacón, ambiciosa exministra de Vivienda y de Defensa que gritaba ¡Viva España! para ganarse adeptos, como le ordenaba su marido, profesional de la imagen y las relaciones públicas.
Pero Chacón milita en el PSC, empecinado en el “Derecho a decidir” en Cataluña, al que se opone Rubalcaba porque ese enunciado entreabre la puerta al secesionismo.
Sin embargo, Rubalcaba apoya una reforma constitucional para hacer de España un Estado federal sabiendo que es un cambio de nombre solamente: la España autonómica ya es federal, por lo que los separatistas no se conformarán con repetir lo mismo.
Si Rubalcaba fuera valiente rompía el PSC y refundaba el PSOE catalán, pero no se atreve, lo que puede ser su tumba y la del partido de Pablo Iglesias.
Aunque podría enfrentarse al chaconismo si logra un éxito ruidoso: que Rajoy acepte el pacto de Estado contra la corrupción que acaba de proponerle.
Ambos son conscientes de que casi todos los españoles consideran a los políticos responsables de esa corrupción creciente porque los partidos han sido tomados por arribistas, muchas veces sin formación, que consideran la política el gran negocio que puede enriquueccerlos.
Si consiguieran pactar la lucha anticorrupción –aparentemente ambos son honrados en lo económico–, regenerarían la democracia, tan ultrajada hoy.
Y Rajoy reafirmaría a Rubalcaba como líder de una oposición digna, porque sin este químico, lo que quedaría del PSOE serían productos tóxicos, venenos mortales como Chacón y su tonto útil madrileño, Tomás Gómez .