Antonio Miguel Carmona-(director Diario Progresista)
El año 2012 ha sido, probablemente, el peor año de la historia reciente de nuestra nación. Un año en el que los españoles nos hemos ocupado de sobrevivir y el gobierno no ha hecho otra cosa que dedicarse a arreglar lo que él mismo, desde el inicio, había estropeado.
El puente aéreo entre Madrid y Bruselas nunca estuvo tan concurrido. Meses de negociaciones con el fin de impedir que se nos exigiera más y más a un país como el nuestro que tan solo quería cambiar las cosas.
La reforma laboral de febrero se llevó por delante los derechos de los trabajadores. Asalariados, funcionarios y autónomos, que vieron perder sus derechos y que se lanzaron a la calle. Lo urgente entonces para el Consejo de Ministros fue reforzar la disposición de los Delegados del Gobierno a poner orden en las calles tratando de corregir con la porra en la mano sus propios errores.
Las reformas financieras emprendidas en febrero y en mayo habían puesto a España al borde del precipicio. Durante los primeros meses un par de cientos de miles de millones de euros habían huido de los depósitos de los bancos dejándolos prácticamente sin liquidez. El error había que corregirlo : se acudió a Bruselas a pedir ayuda y compensar la salida de tantos capitales, fruto del desacierto en política financiera. Se ocupó entonces también de lo urgente tratando de corregir sus propios errores.
Pero Bruselas, entonces, nos exigía reducir los gastos y subir los impuestos. La subida de los tributos, el incremento del IRPF, el IVA, los Especiales, hundieron el consumo de las familias españolas. El Gobierno se echó las manos a la cabeza y le dio vueltas a poder saber cómo recuperar la recesión que ha provocado un descalabro del consumo de este tamaño.
Para mayor abundamiento los recortes se han hecho sobre los menos favorecidos, fruto de una política presupuestaria poco sofisticada e injusta, pero también torpe. Un desastre que ha dañado las rentas de aquellos que tienen una mayor propensión media al consumo, derribando aún más la demanda agregada y acelerando la recesión en nuestro país.
Recesión que ha multiplicado el desempleo, alentado también desde la propia Administración Pública que se ha ido quitando de en medio a familias enteras de interinos y contratados laborales.
El gobierno se ha ocupado y se ocupa, no de sacar a nuestro país de la crisis, sino de la urgencia inmediata de corregir sus propios errores. Están en ello.