Ocurrencias propias. El gran apagón, ¿se acuerdan?-(Carlos J. García)

Carlos J. García

Ya hace unos meses que pasamos el “sofocón del apagón”. Vaya aventura y vaya aventuras que estamos sufriendo (aunque de ello escribiré en otro momento). El apagón tuvo algo bueno; las familias en casa socializaron mucho más y por lo que cuentan, les gustó.

También dejó al descubierto que no estábamos preparados para cosas excepcionales; ni nosotros que nos ha pillado sin el famoso Kit de subsistencia, ni el Gobierno, aún más grave, sin los mecanismos y con las manos en el bolsillo.

Me pregunto, ¿Cómo no está previsto en el protocolo correspondiente que un apagón o cosas parecidas, ocurra? Creo que junto a la fatídica DANA en Valencia tenemos el derecho de pensar mal de tantos diputados, tantos parlamentos, tantos aforados (ya voy entendiendo lo que significa) muchos asesores y demasiados bocazas e incapaces que tienen (nuestra) la casa sin barrer.

No sé si les pasó a Vds. pero además de la incertidumbre de estar a oscuras (en mi caso hasta las 5,30 horas del día siguiente), nadie me quita el sentimiento de indefensión, impotencia y rabia al comprobar que aquellos que han de defendernos, explicarnos, responder del problema, animarnos etc. etc. Estaban, y siguen, callados y cuando hablaron (no confundir con decir), ni sabían y. lo que es peor, siguen, callados como petos que dirían en nuestro pueblo, por no decir otra cosa más gorda.

Ese día no pude evitar acordarme de demasiadas personas que necesitaban la energía para sus tratamientos, pruebas médicas, etc. ni de las personas que fallecieron por culpa del apagón energético, que por cierto que aunque fuesen pocas, resulta que eran personas con familias y que me parece nos hemos olvidado de que sucedió; nadie habla de ellas. En el caso de los Hospitales sabía que tienen generadores, aunque uno ya no se fía. También me acordé de las personas mayores con dificultades para bajar o subir escaleras; y casos lastimosos que Vds. habrán conocido, y no pasa nada,

Quizás nos estemos volviendo demasiado indolentes o pasotas y no me parece que sea bueno. Sin embargo, al margen de las tragedias personales, lo más grave fue y sigue siendo el silencio de los responsables, quizás ayudados
ahora por tanto escándalo. En el día en negro (queda bonito) vivíamos de rumores radiofónicos que impedían tuviésemos concreción de lo que pasaba, hasta que nos enteramos de que en España se habían “fundido los plomos”!!!! que se decía en mis tiempos mozos.

Eso sí, al menos hemos aprendido varias cosas, a saber: Hemos cambiado del color del plomo al negro; la necesidad
de tener un Kit de mantenimiento vital y darnos de cuanta de que la incompetencia vive del presupuesto del Estado basado en cobrarnos más impuestos y aún encima nos dicen que seis meses tardarán en dar un informe!!! Deben de tener un “Bic” en vez de grandes ordenadores.

Evidentemente no soy técnico, ni entiendo de corrientes ni electricidad más allá de solo tres cosas: No se mete el dedo en el enchufe, no se moja el enchufe, y que tenemos una palanquita para que encienda la luz y (aunque ya lo sentía un poquito) sufrimos una enorme burocracia política, sueldos que a uno le hacen temblar y que la cifra se hace difícil de contar, resulta que la Jefa cobra quinientos cuarenta mil euros anuales, es decir cada mes cuarenta
y cinco mil euros que no los gana un buen y preparado, en lo suyo, trabajador y no sé por qué se me ocurre si ello es justo como sueldo de alguien designado por el gobierno para ocupar un puesto, teniendo en cuenta que su curriculum, sin muchos fundamentos o conocimientos sobre el objeto de la empresa. A veces me pregunto si tienen estos cargos que repartir o es todo para su bolsillo. Todo me parece demasiado poco claro y desde luego impropio.

Sufro el Estado, como todos Vds. Y sufro la duda, avalada por otros hechos recientes, de que es posible que la ignorancia, la falta de capacidad y demás habilidades necesarias para gobernar, brillan mucho por su ausencia (vuelvo al ejemplo la Dana). Mas bien parece que, con nuestra ayuda, hemos hecho del arte de gobernar, la profesión del incapaz, aunque es cierto, ni lo pretendo, no se puede generalizar. Pero estas incapacidades nos cuestan mucho dinero, prestigio internacional y sobre todo demasiadas víctimas y mucha frustración. Que en algunos es demasiada peligrosa.

Se nos funden los plomos, y algunos hasta se han reído. Una conachada, que diríamos en Ferrol. O una gran vergüenza.

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