Vinicius no es Martin Luther King–( Enrique Barrera Beitia )

Enrique Barrera Beitia

La lucha contra el racismo en España es demasiado importante para dejar que la lidere el futbolista merengue Vinicius Jr. No basta con destacar profesionalmente, sino que conviene adornarse con la llaneza necesaria para favorecer la recepción del mensaje, porque si perteneces a la élite económica y eres tan arrogante como soberbio, generas inevitablemente rechazo. Si además dices que la FIFA debería retirar la final del Mundial 2023 a España porque es un país racista, no esperes hacer amigos. Otra cuestión es sí una vez descalificado al mensajero, también descalificamos el mensaje.

Sólo si un estado tiene una legislación segregacionista se puede afirmar que es racista, y si no es así, la pregunta está formulada erróneamente, porque no es lo mismo decir que en España hay racistas, que España es un país racista. Lo primero es una obviedad, pero … ¿cómo medimos el racismo de una sociedad? ¿a partir de qué porcentaje de racistas lo es el país? ¿Con “sólo” el 10% o hay que llegar al 51%? ¿Son racistas o simplemente maleducados los que insultan al negro rival y aplauden al propio? Los españoles que a su vez no son racistas pero los toleran y los que son activos contra el racismo… ¿se incluyen en la ecuación? El informe Ser negro en la UE, elaborado este año por la Agencia de la UE para los Derechos Fundamentales, sitúa a España como uno de los países europeos más tolerantes, lo que no quiere decir que no haya cierto grado de racismo. Veamos algunas cifras de este informe:

Sin embargo puede darse el caso de no ser racista con un negro y serlo con un magrebí musulmán, aunque no faltará quien diga que esto tiene más que ver con la religión que con la raza. El Informe anual 2022 para la observación y seguimiento de la situación del ciudadano musulmán y la islamofobia en España, elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) y el Observatorio Andalusí, denuncian diversas discriminaciones en este sentido, aunque concluye que “la sociedad española, en general, acepta la presencia musulmana en su entorno con normalidad ciudadana, aunque permanezca un pequeño porcentaje, variable según la localidad, a quienes no les gusta la visibilidad de los musulmanes”.

Mi conclusión es que debatir si España es o no un país racista es un ejercicio intelectual estéril y una pérdida de tiempo, y que deberíamos centrar nuestras energías en luchar contra los bulos que buscan asociar la inseguridad y la delincuencia con los negros, gitanos o musulmanes, y si alguno de ellos comete delito aplicarle la ley como al resto. Alguien me replicará diciendo que las cifras oficiales indican que los extranjeros en España son más propensos a la delincuencia. Veamos lo que al respecto nos dice el INE (Instituto Nacional de Estadística) durante 2022, que podemos consultar en Internet.

Por lo tanto es verdad, pero las diferencias no se acercan ni remotamente al alarmismo de algunos pseudomedios, y seguramente no por cuestión de raza o religión sino de recursos económicos.

 

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