Ayuso y Milei- (Enrique Barrera)

Enrique Barrera Beitia

En el actual “modus operandi” de los políticos predomina la búsqueda del beneficio a corto plazo. Que este sea efímero no importa, porque enseguida vendrá otra polémica; es como circular en bicicleta, si dejas de pedalear te caes. Sin embargo, es muy posible que pasado un tiempo algunas actuaciones regresen como un búmeran y golpeen al lanzador. Es el caso de la foto de la presidenta madrileña concediendo una medalla al presidente argentino, Javier Milei.

Imaginemos que el plan del presidente argentino tiene éxito, y saca a los argentinos del marasmo en que se encontraban. Si es así, Isabel Díaz Ayuso lanzara una campaña mediática recalcando su amistad con Javier Milei y poniendo en primer plano sus exitosas políticas económicas. Sin embargo, yo creo que es más probable que en vez de repartir prosperidad reparta más pobreza. Sí es así, Argentina arderá y las fotos con Milei serán un auténtico lastre para las expectativas electorales, algo que tienen muy presente en el PSOE, probablemente el partido político que más tiene presente las estrategias a medio-largo plazo.

Aunque es pronto para sacar conclusiones, los seguidores de Milei sacan pecho indicando que en el primer semestre de su mandato hay superávit fiscal y que la inflación modera su crecimiento. También es verdad que lo primero se ha conseguido cancelando programas de ayuda a los sectores más desfavorecidos y despidiendo trabajadores por cuenta del estado, y que los precios de los productos y bienes de consumo han caído por la sencilla razón de que los argentinos tienen menos dinero. Los sueldos suben a menor ritmo que la inflación (45% y 52% respectivamente) y aumenta el paro porque el ajuste de plantillas en la administración se extiende a obras ya en curso como la renovación de los gasoductos, que son inversiones productivas que evitarán en el futuro mayores gastos al estado. El resultado es que las ventas han caído un 18% y la pobreza ha subido del 41% al 48%. Normal que bajen los precios.

Javier Milei, que presume de que su ajuste será el más radical en la historia, dice que esto es lógico al comienzo de cualquier terapia de choque, y pide tiempo para ver los frutos. Explica que busca reducir el peso del estado y que las empresas no paguen impuestos, o paguen mucho menos, y que quiere tener suficiente moneda extranjera para levantar las regulaciones de cambio para que quienes tienen cuentas fuera del país puedan comprar dólares, y transferir sus haberes a un banco argentino. Se trata de repetir un viejo argumento de la escuela neoliberal: el dinero ahorrado por los empresarios les permitirá hacer las inversiones necesarias para mejorar su productividad y reactivar el ciclo de prosperidad.

La realidad es que este argumento no ha funcionado en ningún país que lo haya aplicado, y la razón es muy sencilla. Si la gente no tiene dinero no tiene sentido invertir en mejorar las líneas de producción, y si no hay beneficio por inversión productiva, el capital se refugia en los paraísos fiscales. En 2022 los ingresos totales de la humanidad eran de 106 billones de $ y los mercados financieros movieron 970 billones, un descomunal desfase porque los gobiernos sacaron dinero de la nada para que los bancos se lo prestaron entre sí. Por lo tanto, ya vemos donde está el negocio para los argentinos con cuentas en plazas financieras internacionales.

Finalmente, si no hay reactivación económica no habrá reactivación en la recaudación fiscal, salvo que los bienes producidos y no consumidos sean exportados, y esa es la única posibilidad de que Milei tenga éxito. Es seguro que así será con los productos agrícolas, pero será insuficiente y a costa de mantener en la pobreza y en el hambre a buena parte de los argentinos, salvo que los empresarios les suban los salarios, pero para ello tienen que tener beneficios, un círculo vicioso que sólo se ha roto en la historia con políticas keynesianas, es decir, de un “zurdo”.

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