
Aunque uno ya metidos en este verano, aprecia sobre todo lo derivado del mar, al margen del variado marisco, la clásica y modesta sardina con cachelos: sardinas al natural, fritas, a la cazuela, trechadas, rellenas, en escabeche o sardinas arenques… entre otras, claro. Y metidos en el acogedor puerto, recordar a las llamada parrochas con cachelos, comidas con las manos o mejor tocándolas con las yemas de los dedos… un nombre, que el barrio de Ferrol Vello bautizó a la imagen de la Virgen del Socorro, con el nombre de «Parrocheira«… y por otro lado, «parrocheira era la mujer que antes vendía parrochas por las casas y por las calles.. o que gusta de comerlas».
Y quisiera recordar mi verano del 1981, pasado por circunstancias familiares en pleno Madrid, pero que a pesar del sofocante calor, en plan gastronómico, cabría recordar la inauguración, por chiripa, del restaurante casa Gades, y que logré tener mesa por haberme confundido el camarero con el recordado artista Algueró, teniendo ocasión de sentarme junto a las mesas de artistas tan reconocidas como Nuria Espert, Marsillac, etc… sirviéndome una buena ensalada y carne, amén de copas de vino, por un importe, que aún guardo la factura, por 1.625 pesetas de aquellos tiempos… de un pasado verano en la Capital.
Tocando el tema de las sardinas, apuntemos la que alguna amiga me sopla, y que parece ser la titulada «sardinas a la cazuela», y que consiste en colocar con esmero en una cazuela y después de cada camada se ponen rebanadas de cebolla, perejil y pedazos de tomate, colocando otra cama de sardinas y así sucesivamente hasta llenarla.
Se vierte un poco de aceite y vino blanco, cociéndolas a fuego lento y en 20 minutos , quedarían listas para comérselas.
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