El Cristo de los Navegantes volvió a procesionar por su barrio y el Arsenal de Ferrol

Fot. Galicia Ártabra

Un año más, la imagen del Cristo de los Navegantes ha vuelto a procesionar, «por su barrio de Ferrol Vello» aunque no en su día habitual del Miércoles Santo sino en la tarde de este sábado, 4 de abril, en un desfile extraordinario, organizado por la Cofradía de la Soledad, al no poder hacerlo en su fecha tradicional a causa de la lluvia. Y a la vez este sábado el Cristo de los Navegantes  con su presencia unió, una vez más, su nombre al de la Armada Española al “visitar” las instalaciones del Arsenal Militar. En un día desanjelado, con continúa amenaza de lluvia, y fuertes aguaceros al mediodía y primeras horas de la tarde aguacero, el Cristo pudo ser sacado  de  la iglesia del Socorro  y recorrer las calles de su barrio y el Arsenal.

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Un numeroso grupo de ciudadanos acompañaron a la sagrada imagen después de la celebración de la Eucaristía en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Socorro. Se cumplían los 75 años en los que la imagen «nueva» recorría la zona portuaria tras sustituir a la del siglo XVII.

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Eran las siete de la tarde cuando el párroco de la Unidad Pastoral de Ferrol-Centro, Antonio Rodríguez Basanta, presidía una Eucaristía. Un templo abarrotado de fieles y una homilía en la que el párroco destacó el valor de Cristo y la palabra Amor, que se reflejaba en las lecturas.

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Tanto en el templo como después en la procesión pudimos ver al Almirante Jefe del Arsenal, VA Ignacio Frutos Ruiz; al general comandante de la Fuerza de Protección de la Armada, Manuel García Ortiz; al comandante de la Fuerza de Acción Marítima, CF Javier García Yáñez  Asimismo se encontraban la delegada de la Xunta en Ferrol, Martina Aneiros Barros; la concejal de turismo del concello de Ferrol, Maica García; el hermano mayor de la Cofradía de la Soledad, José Evia; la senadora popular Verónica Casal; el secretario de la Junta de Cofradías de la Semana Santa, Fernando Iguacel; el hermano mayor de la Cofradia del Cristo de la Misericordia y Virgen de los Dolores, José Ángel Vázquez; el presidente de la Cofradia de Pescadores, Gustavo Chacartegui ; el jefe de Protección Civil, Alejandro Santiago y distintas representaciones de las Marinas de Pesca, Deportiva y Mercante y entidades.

LA PROCESIÓN

Finalizado el acto religioso salió de la zona frontal del templo la procesión. 

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La imagen que figuraba en un lugar destacado del templo parroquial fue trasladada hasta el «Trono» que por segundo año consecutivo fue llevado a hombres por algo más de cuarenta portador@s pertenecientes a distintas cofradías de la ciudad.

Fot. Galicia Ártabra
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La imagen del Cristo (Enrique Carballido,1949)  fue situada sobre un paso de caoba y adornado con un manto floral en el que destacaba el color morado e iba escoltada por marineros pertenecientes a la Fuerza de Acción Marítima de la Armada Española.

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Tras la cruz  y ciriales figuraba una corona de laurel, escoltada por dos Marineros de la Armada.

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Detrás de la imagen iba la presidencia religiosa, el párroco Antonio Rodríguez Basanta, y el capellán castrense del Arsenal, Alejandro Espíritu y la civil y seguidamente el pueblo, varios centenares  de personas, numerosos miembros de la Armada en activo y en la reserva, y de las marinas deportivas, mercante y de pesca, así como numerosos vecinos de todas las edades, demostrando su amor y devoción hacia esta imagen. Muchos de ellos portaban pequeñas velas.

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EN EL ARSENAL

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La procesión se dirigió por las calles Merced, Comellas, San Antonio, San Francisco, hasta la Puerta del Parque del Arsenal .

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Allí el Cristo de los Navegantes fue recibido por el Ayudante Mayor, capitán de fragata Miguel López Reig, y un piquete de honor. 

Se  permitió la entrada libre a todos los que desearon participar en la procesión.

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 El «trono» desfiló por la zona central hasta «encontrarse con la mar». Una parada y un acto sencillo. El capellán castrense del Arsenal, Alejandro Espíritu rezó un responso por los hombres muertos en la mar.

Fot. Galicia Ártabra
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Y el VA Ignacio Frutos y el hermano mayor de la Cofradia de la Soledad, José Evia, arrojaron una corona de laurel a las aguas en recuerdo de todos los fallecidos de las cuatro marinas españolas, mientras los miembros de la  Agrupación Musical Stmo. Cristo de la Buena Muerte, que acompañaban a la procesiòn en todo el recorrido, interpretaban y cantaban «la muerte no es el final…». «Cuando la pena nos alcanza por el hermano perdido, cuando el adiós dolorido busca en la Fe su esperanza. En Tu palabra confiamos con la certeza que Tú ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz. Ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz»….

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La procesión continuó por el Arsenal Militar hasta la salida por la puerta de la Cortina, dirigiéndose por la Avenida de la Marina y retirada en la iglesia del Socorro.

LA TRADICIÓN

Fot. archivo

Cuenta la tradición que un día de fuerte temporal se refugió en el puerto de Ferrol un navío que transportaba sal; cuando calmó la tempestad el buque intentó hacerse a la mar, pero cada vez que pretendía salir, soplaba nuevamente el vendaval; en la última tentativa, se observó que la tablazón de la embarcación rezumaba salmuera, razón que obligó a retirar la carga y puso al descubierto la presencia inexplicable del Cristo oculto en la bodega de la nave, se consideró que el Cristo no quería abandonar la ciudad, y se dispuso entregar la imagen a la iglesia parroquial de San Julián, con la construcción de un nuevo templo se instaló la talla en el altar del Cristo, posteriormente con la edificación de la iglesia de Nuestra Señora del Socorro, cuyas obras se principiaron el uno de enero de 1767, se traslada definitivamente el Cristo a este templo.

La imagen es una talla de grandes proporciones, del siglo XVII, obra de estilo barroco de naturaleza claramente popular y uno de los escasos Crucificados muertos que hay en Ferrol.

El mal estado de conservación en que se encontraba este Cristo de los Navegantes, hoy ya restaurada, aconsejó no sacar más la talla en procesión. Así las cosas, se vio en la necesidad de encargar una talla de Cristo Crucificado con el único fin de servir para la procesión de Semana Santa.

 

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