Descontento entre los militantes del PSOE de Ferrol en una asamblea con “tomate”

José Carlos Enríquez Díaz

La ejecutiva local del PSdG-PSOE de Ferrol convocó a sus afilados, más de los dos centenares, a una asamblea ordinaria en la que el punto más destacado era el de presentar los informes a la militancia de la gestión de la comisión ejecutiva y de la situación política.

La asamblea estaba fijada para las diez y media de la mañana, en primera convocatoria, en el salón de actos del Ateneo Ferrolano, pero a esa hora se encontraban esperando algunos miembros de la ejecutiva local, a su frente el secretario general, Ángel Mato, y media docena de afiliados.

A pesar del secretismo parece ser que fueron varios los afiliados que intervinieron con críticas a diversos puntos de los dos informes, algunas dirigidas al propio secretario general.

Al parecer, hubo mucho que decir y preguntar porque la asamblea finalizó sobre las tres de la tarde, cuatro hora de informes y discusiones lo que a cualquier profano no se le puede escapar que debió haber “tomate”. Pues según algunos de los militantes “hay un enorme descontento entre la afiliación, salvo entre los miembros de la ejecutiva, y para eso no todos, y salvo también con las últimas afiliaciones”.

Descontento que surge ante la desorientación de los afiliados al no celebrarse asambleas, al no estar informados…. al faltar la vida orgánica tan necesaria en una asociación “Incumpliéndose el punto  4 del artículo 2 del Reglamento de Asambleas sobre  competencia de la asamblea que señala examinar  las gestión del órgano ejecutivo, que será votado anualmente”.

La manipulación busca generar comportamientos con la intención de favorecer intereses propios. A través de diferentes técnicas se puede conseguir que las acciones, el pensamiento o las emociones de otra persona o grupo de personas cambien. 

Los políticos son uno de los principales grupos que utilizan a sus masas para controlarlas y llevarla a su terreno con ideas sustentadas en muchas ocasiones por mentiras y falacias.

Cuando falta un sistema democrático libre y trasparente tanto para elecciones a los cargos internos del partido como de primarias para designar a los representantes autorizados en las listas electorales a cargos públicos, no está garantizada la renovación de las ideas y por tanto la apertura del partido a las nuevas generaciones de los que no se someten a la disciplina de los cargos consolidados. Ese control de la institución que se empeñan en sostener los veteranos de la política, exigiendo el sometimiento a las ideas y formas tradicionales, hace que muchos partidos hagan de la política una disciplina que, como acostumbran las sectas, se sostiene en principios irrenunciables de un sistema que, cuanto más satisface los ocultos intereses de los patriarcas, más se distancias de la realidad social que colma las expectativas de los ciudadanos.

Los verdaderos políticos deberían servir a la gente y no servirse de la gente, para hacer carrera terrenal. Los países más desfavorecidos o inmersos en esta absurda contienda general, tienen la responsabilidad sus líderes políticos, de ser más poéticos que políticos.

Lamentablemente, cada día proliferan más los trepas en este mundo confuso, enviciados por el vicio del desorden y apegados al dinero, con su manera de vivir cómodamente el propio estatus, sin honestidad alguna.

Así pues, un trepa es también aquél que tiene un objetivo que está muy por encima de sus posibilidades y aún así no le da miedo ni se amedrenta ante la altitud del reto, pues está dispuesto a escalarlo. Y como bien sabe la gente que se dedica a la escalada, lo más importante para llegar a la cima es fijar correctamente los puntos de anclaje. Las metas intermedias que te ayudarán a ascender.

La RAE define bien el significado del término oportunista: “actitud que aprovecha las circunstancias momentáneas para el propio interés”. Asistimos a una política trufada de oportunismo, en la que se intenta rentabilizar cualquier ocasión en beneficio personal o electoral; navegan a favor de corriente en el agua de la ambigüedad, del posibilismo y hasta de la pasividad creativa. Dicen trabajar mucho, pero a conveniencia suya y poco o nada por “los demás”, a los que dicen representar.

Gran parte de los partidos políticos actuales se hallan sometidos a estructuras poco democráticas; prima la voluntad o capricho de sus líderes, que son los que tienen el poder y así lo ejercen, con el fin de mantener su estable autoridad jerárquica. Estamos frente a lo que eufemísticamente se llama “un autoritarismo democrático”.

Se supone que todos luchan “por el bien de los ciudadanos”. Sin embargo, con frecuencia no es así. Citando una vez más a Maquiavelo, en el fondo luchan por alcanzar el poder y una vez conseguido, mantenerse en él a toda costa. Es “la política de los oportunistas”. Para un oportunista, lo importante es llegar más y más alto, sin importar quiénes y cuántos se queden en el camino; es su filosofía de vida; es capaz de seducir a propios y extraños; no escatima tiempo o esfuerzo en lograr sus objetivos.

El politólogo británico Ernest Barker, al analizar cómo se comportan los seguidores o militantes de los líderes de los partidos políticos, plantea una clara alternativa: o bien el líder representa la voluntad de sus seguidores, o bien los seguidores representan la voluntad del líder; sostiene que en una democracia que debe ser lo más transparente posible, el líder tiene la obligación de transmitir lo más fielmente posible la voluntad de aquellos a quienes representa: a sus votantes. Si se quiere hacer creíble la política, no se puede defraudar a aquellos que, porque se han fiado de ti, te han dado su voto.

El oportunismo político debilita gravemente no solo a las personas sino en especial a las instituciones. ¡Con qué fuerza describía Eduardo Galeano a los políticos oportunistas con esas rotundas frases!: “Ahora a la traición se llama realismo; el oportunismo se llama pragmatismo; el imperialismo, globalización. Y a las víctimas del imperialismo, países en vía de desarrollo o daños colaterales”.

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