Dos palabras/ Galicia ahoga el viaje de Mario Conde y salva a Rajoy

Federico Quevedo-(El Confidencial)

El veredicto de las urnas es inapelable. Durante estas últimas semanas la izquierda ha montado una auténtica parafernalia de protestas y algaradas, a cada cual más extrema y en algunos casos violenta, con el único fin de intentar influir en el electorado gallego para evitar lo que apuntaban las encuestas: la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo. La campaña a la que ha sido sometido el Gobierno de Mariano Rajoy no tiene precedentes en nuestra historia reciente, un Ejecutivo que a los once meses de llegar al poder es puesto en la picota de la legitimación por una parte de la izquierda, la más radical, mientras la otra -el PSOE-, la supuestamente moderada e institucionalmente sensible, mira para otro lado confiando en que esa estrategia de desgaste dé sus frutos.

Pues bien, la realidad ha sido muy contundente: mayoría aún más absoluta para el PP de Feijóo en Galicia, lo que en definitiva supone un respaldo claro a su gestión pero también un salvavidas a la gestión de Rajoy en Madrid a un año de haber ganado las generales. Cuidado, con esto no quiero decir que el Gobierno no haya hecho cosas mal, que las ha hecho, ni que los ciudadanos no estén hartos de sufrir los recortes y los efectos de la crisis, que lo están, pero en la lectura que podemos hacer, así en una primera aproximación, de los resultados de las urnas en Galicia y en el País Vasco nos encontramos con que los ciudadanos también quieren estabilidad y dejar hacer al Gobierno, y que le reprochan de manera contundente al PSOE tanto la herencia que dejó cuando abandonó al poder como el modelo de oposición que está llevando a cabo, evitando cualquier tipo de colaboración con el Gobierno para ayudar al país a salir de la crisis.

Pero habrá tiempo de hablar del PSOE, que intentaba en la jornada del 21 agarrarse como un clavo ardiendo a la lectura de una abstención que, si bien a media tarde parecía importante, al final de la jornada se quedó en solo un punto más que en 2009, lo que ni siquiera permite valorarlo como algo singular. De hecho, la participación ha sido muy parecida en ambas comunidades, lo que permite afirmar que a pesar del supuesto desencanto con la clase política, la ciudadanía sigue confiando mayoritariamente en el sistema como fórmula para resolver sus problemas. Y es en este punto donde  las elecciones gallegas ofrecen una lectura importante, porque el respaldo a Feijóo y, por ende, el otorgado a Rajoy, tienen como contrapunto el desprecio con que los votante gallegos han acogido las apuestas antisistema como la de Mario Conde y su Sociedad Civil y Democracia, que solo ha conseguido cosechar unos pocos miles de votos que por los pelos han sobrepasado el 1% del total de los emitidos.

Es verdad que había cierto temor en las filas del PP al daño que pudiera hacerle la aventura de Conde, sobre todo por los restos que hubieran podido arrebatarle algún escaño. No ha sido así, y no lo ha sido porque al final los ciudadanos son conscientes de que si, en efecto, hace falta cambiar muchas cosas para mejorar nuestro sistema democrático, ese trabajo hay que hacerlo desde dentro y confiando en que los propios políticos sean capaces de corregir sus errores y enderezar algunos rumbos equivocados, pero no entregando esa confianza a quien se dedica a dar lecciones de ética después de haber sido condenado por estafa y la tiene tomada con todo el sistema democrático. Aún así, y a pesar del revés sufrido por Conde, harían mal los dos principales partidos políticos en no sacar alguna lectura del hecho de la expectativa que generan este tipo de movimientos que crecen a sus extremos, porque si bien hoy no tienen todavía consistencia, de no dar respuesta a las demandas de los ciudadanos pueden empezar a ser un problema en el futuro. No será Conde, que supongo que tras este fracaso no continuará su aventura, pero puede haber otros condes que quieran intentarlo.

Dicho esto, en la sede del PP y en el Palacio de La Moncloa se respiraba, más que un ambiente de euforia, otro de moderado optimismo y de tranquilidad. Rajoy gana tiempo, bastante tiempo, para seguir adelante con sus reformas y es más que probable que los mercados den un aprobado al resultado de las urnas en Galicia moderando todavía más su presión sobre España y permitiendo al Ejecutivo más margen de maniobra en el corto-medio plazo. Rajoy no solo salva los muebles, sino que se garantiza un plus de autoridad para seguir adelante con su programa de reformas y hacer frente a la anunciada huelga general del 14 de noviembre que, desde hoy, aparece algo más descafeinada y menos oportuna tras el veredicto de las urnas.

Los ciudadanos, aunque solo sea en dos regiones de España, han hablado, y teniendo en cuenta la significación que implicaba el resultado en Galicia para Rajoy, su discurso solo cabe interpretarse en clave de más confianza para continuar con su camino, aunque sea enfrentándose a sindicatos y la izquierda radical.

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