Síntomas que no debes dejar pasar por alto: el dolor lumbar agudo. Claves para diferenciar un herpes o un cólico

Javier Pereira Beceiro (*)

Uno de los síntomas más comunes y que todos en más de una vez hemos padecido es el dolor lumbar agudo o lumbalgia aguda. Con o sin esfuerzos reconocibles, con o sin posturas inadecuadas o con o sin fríos pasados, la lumbalgia aguda es uno de los diagnósticos más frecuentes en los servicios de urgencias, y que más analgésicos y antiinflamatorios nos hacen consumir. Sin embargo, detrás de este diagnóstico tan doloroso pero benigno, se pueden ocultar o confundir otros problemas de salud no tan veniales o que precisan de un tratamiento específico. Es el caso de el cólico renal, el herpes zoster, o la apendicitis. Desvelemos las claves para poderlos diferenciar con más facilidad.

En primer lugar, definamos cómo es la lumbalgia aguda o comúnmente llamado lumbago. Suele ser un dolor localizado en la espalda, que puede ir desde las últimas costillas hasta los glúteos o nalgas. El dolor puede ser más agudo o más “zorrito” en función de si fue debido a un golpe, un movimiento brusco, un esfuerzo concreto, o a sobreesfuerzos o posturas mantenidas. Cuántas veces habremos dicho o escuchado coloquialmente “me prendí de la espalda”. Muchas veces puede irradiar a los muslos o piernas, sin que signifique que tenga que haber necesariamente una hernia discal por debajo, y puede afectarnos a uno o a ambos lados de la espalda. Es también muy típico que encontremos una postura o posición concreta en donde el dolor alivie o incluso desaparezca, de la misma manera que al movernos, cambiar de postura o al palpar se hace más agudo e incluso insoportable. De igual manera, nos puede dar sensación de destemplanza, pero por definición no da nunca con fiebre o vómitos. La presencia de los mismos debe hacernos dudar seriamente del diagnóstico de lumbalgia, y obliga a descartar otros problemas de salud, más o menos serios. El reposo relativo, el calor local, los analgésicos y los antiinflamatorios son la base de su tratamiento, siendo recomendable la fisioterapia cuando el dolor agudo va cediendo, ya que cuando es muy agudo, en muchas ocasiones sólo los infrarrojos productores de calor son el único tratamiento rehabilitador que nuestro cuerpo acepta.

El dolor que más nos puede llevar al huerto a la hora de confundirlo con una lumbalgia aguda es, sin duda, el que acompaña al herpes zoster. El herpes zoster es una enfermedad vírica típica de adultos mayores que es debido a la reactivación del virus que produce la varicela. Una vez que la padecemos en la infancia o adolescencia, el virus no desaparece del cuerpo, sino que queda “dormido” durante años o décadas resguardado en nervios sensitivos del cuerpo,para reactivarse, especialmente en aquellos momentos donde estamos con las defensas bajas o bajo tratamientos inmunosupresores, en las zonas de la piel que llevan la sensibilidad de dichos nervios. Puede hacerlo en cualquier parte del cuerpo, pero especialmente en la cara o el tronco, incluido glúteos. Cuando se reactiva en virus, es muy típico que primero empiece el dolor días 4 ó 5 antes de que aparezcan las lesiones en la piel. El dolor puede adoptar diversas formas, como picante, ardiente o punzante, y suele ser continuo con episodios de mayor intensidad, y como afecta a la parte de la piel del nervio afectado, es típico también que sea unilateral, es decir, que afecta a la mitad de la espalda. Una vez que aparecen las vesículas en la piel, el diagnóstico es sencillo, pero cuanto más tarde lo realicemos y más tarde empecemos a tomar los antivíricos, más durará el proceso con riesgo de presentar la temida neuralgia postherpética.

El cólico renal es otro de los procesos que pueden emular una lumbalgia, y viceversa, y puede confundir incluso a muchos profesionales que se fían más de las tiras de orina que de lo que nos dice el paciente y de la exploración física. Debemos recordar que el hecho de tener
cálculos renales no implica necesariamente tener cólicos. Los cólicos suelen acontecer cuando el calculo se vas “de paseo” y obstruye parcial o completamente la vía urinaria, produciendo que la orina no circule y dilate la vía urinaria por encima del cálculo. En ese momento se inicia un dolor súbito, brusco, muy intenso, localizado justo por debajo de las costillas, y con mucha frecuencia acompañado de náuseas y vómitos. El dolor produce mucha inquietud, y no sabe de posturas que lo alivien. En ocasiones el calor local, bien sea con un paño caliente o en una bañera con agua templada puede ayudar a aliviar parcialmente el dolor. El cólico puede ceder con analgésicos y antiinflamatorios, o si la litiasis se moviliza y vuelve a fluir la orina. Nunca da con fiebre, y cuando se presenta estamos delante de una situación potencialmente muy grave y siempre debemos de ir a las urgencias, puesto que la orina infectada obstruida puede meternos en una sepsis en pocas horas sin el tratamiento adecuado. De igual manera, aunque teóricamente es posible tener un cólico renal bilateral, la probabilidad de tenerlo es muy baja, por lo que si la persona es varón mayor de 50 años y tiene cólico en ambos riñones, la causa puede ser una rotura de un aneurisma de aorta, patología gravísima y potencialmente mortal.

La apendicitis en sus primeras horas de evolución se puede confundir con una lumbalgia aguda, ya que el apéndice se suele apoyar sobre un músculo que se llama psoas. Con el paso de las horas la febrícula o fiebre baja, y la localización del dolor en la parte inferior derecha del
abdomen poner de manifiesto la apendicitis. Si el diagnóstico se retrasa, y el apéndice se perfora y suelta el pus por la cavidad abdominal, se acontece la temida peritonitis. El dolor pleural que acompaña a la neumonía o a la bronquitis, sobre todo cuando aún no se presenta
sin fiebre, o con poca tos, puede confundirse con una lumbalgia aguda o con un cólico de riñón. El aumento del dolor con la inspiración profunda o con la tos nos debe hacer sospechar su origen respiratorio.

Como hemos podido ver, bajo la lumbalgia aguda, que debiera ser un diagnóstico benigno, pueden ocultarse otras patologías o enfermedades, alguna de ellas potencialmente mortales, aunque afortunadamente muy poco frecuentes. Por eso debemos incluir a la lumbalgia.

(*) Urólogo en CHUF ; Máster en Uro-Oncología; Máster en Cáncer de próstata avanzado; Máster en Suelo Pélvico femenino y Urodinámica; Urodinamista en CHUF: Andrólogo; Especialista en Cirugía Laparoscópica

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