Buenas señales en la demografía ferrolana

Enrique Barrera Beitia

El 19 de febrero de 2016 publiqué en esta misma sección un artículo titulado “¿Catástrofe demográfica en Ferrol?”, donde señalaba que la pérdida de población en nuestra ciudad era inevitable, y el 26 de marzo de 2017 publiqué otro titulado “Redimensionar Ferrol”, donde aceptaba firmar que en diez años la población ferrolana se estabilizase en 65.000 personas. Todo parece indicar que así será, porque parece que ya este año empezamos a estabilizarnos por encima de los 64.000.

La crisis demográfica ferrolana no ha sido un castigo bíblico, ni la obra de unos políticos que además de incompetentes nos tienen ojeriza. Es todo más fácil de entender. En primer lugar nuestra mortalidad duplica a nuestra natalidad, en segundo lugar ya no existe en España el servicio militar obligatorio, y en tercer lugar la modernización de Navantia redujo una plantilla sobredimensionada, porque la relación de
trabajador por tonelada de registro bruto producida, era la más alta de Europa junto con la de los astilleros ingleses, y se trabajaba a pérdidas.

En el segundo artículo apuntaba que había que desarrollar otros yacimientos de empleo relacionados con el turismo, la universidad o la logística. Textualmente decía lo siguiente:
“Ferrol es una ciudad pequeña, razonablemente equipada, manejable, barata, donde se vive bien si se tiene un empleo o una pensión digna. Seamos constructivos y dejemos de mirarnos el ombligo. La Universidad de A Coruña y Navantia crearon un equipo de trabajo para crear el Astillero 4.0, plenamente competitivo. Defendamos un dique seco para los megabuques, aprovechemos el capital humano de nuestro campus universitario y ubiquemos aquí las industrias auxiliares y las relacionadas con la eólica marina. Saquemos todo el partido posible a nuestro puerto exterior, usemos nuestro entorno para potenciar el turismo, regeneremos los bancos marisqueros…, en definitiva, actuemos siguiendo una hoja de ruta y no nos quedemos parados escuchando el eco de nuestros recuerdos”.

Cuando escribo este artículo, el servicio de estadística del concello ha señalado que la población aumentó más de 400 personas en el primer trimestre, una cifra suficientemente importante para no incluirla en la categoría de anécdota. No me cabe duda de que es el resultado del retorno de ferrolanos que habían emigrado en la época de vacas flacas, y que mantendremos una tendencia expansiva en los próximos meses, debido a la mejora del empleo en el sector naval y en el turismo. Dentro de poco recibiremos un empujón con las eólicas marinas, y pudiera ser que con un puerto seco o plataforma logística.

Es verdad que los ferrolanos respetamos nuestras tradiciones, entre ellas la de considerarnos sobradamente objetivos como para echar por tierra cualquier buena noticia que atente contra nuestra condición de ciudad martirizada, pero sin embargo vamos por el buen camino.

 

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