Yolanda Díaz apunta alto

Enrique Barrera Beitia

El 16 de enero de 2022 publiqué en Galicia Ártabra un artículo sobre lo que podría ser el proyecto político de Yolanda Díaz, del que ahora sabemos mucho más. Indicaba en dicho artículo que superaría los cuarenta diputados, siempre que atrajera a la totalidad de fuerzas políticas progresistas, excluyendo lógicamente al PSOE.

Las relaciones entre la ferrolana y la dirección de Podemos se han deteriorado mucho en los últimos catorce meses, y existe la posibilidad de que no lleguen a un acuerdo. Si es así, sería una catástrofe para la izquierda, porque aunque claramente viene perdiendo apoyos, el partido morado no bajaría del 6% en unas elecciones generales. El ala socialista del gobierno actuará en los próximos meses para que haya acuerdo, y desde Ferraz se acepta como un necesario peaje la pérdida de algunos escaños en beneficio de Sumar.

Otra cuestión es lo que puede ocurrir en las provincias (pueden ser entre 16 y 20) donde las candidaturas de Yolanda Díaz no tienen ninguna posibilidad, pero que podrían restar los votos necesarios para que los socialistas entregasen un escaño al PP o a Vox. Es de prever que aquí se lancen llamamientos al voto útil, e incluso que desde Sumar se planifique una campaña de aliño en dichas provincias.

Anunciada oficialmente su candidatura, ya se han lanzado los primeros ataques contra su persona. No me refiero a los ataques contra su proyecto político, sino a ataques personales que en buena medida desprenden un tufillo machista. En España, las mujeres que ambicionan alcanzar altas metas tienen que dar más explicaciones que los hombres con los que compiten. Es indudable que Yolanda Díaz tiene la ambición de ser presidenta, pero esa misma ambición la tienen Pedro Sánchez, Feijóo o Abascal, y no es ningún defecto en sí, porque nadie llega a ese cargo ni al de ministro en contra de su voluntad. También está fuera de discusión que cuando una persona accede a este nivel, es porque ha ganado una carrera de obstáculos corrigiendo errores, retomando el rumbo correcto cuando se ha desviado, y por qué no decirlo, pisando charcos. Si a los hombres que superan esta dura selección, se les concede virtudes como inteligencia, tenacidad, percepción de sus posibilidades, sentido de la oportunidad y pragmatismo, deberíamos adjudicárselas en igual medida a sus rivales femeninas, y no substituirlas por otras condiciones más peyorativas.

 

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