Julia M.ª Dopico Vale
Más de mil personas se reunieron con gran expectación el viernes pasado en el Auditorio de Galicia para escuchar el concierto SENSOGENOMA 22, un proyecto desarrollado por la Real Filharmonía de Galicia y el Instituto de Investigación Sanitaria que une ciencia y música para la investigación sobre las bases moleculares de la estimulación musical y su posible utilización en el tratamiento de enfermedades. Se tomaron pruebas de sangre y saliva entre el público
muestra antes y después del concierto, cuyo repertorio se mantuvo en secreto hasta el momento de escucharse con la orquesta dirigida por Baldur Brönnimann, maestro caracterizado por desafiar los límites tradicionales de la música clásica.
Comenzamos con The Unansewered de C. Ives, una pieza filosófica que trata sobre la eterna cuestión de la existencia de la humanidad cuya respuesta se encuentra en la melodía sin fin de los violines. Gráfico íncipit al que sucedieron obras por todos conocidas, combinando sensaciones de humor,
nostalgia e identificación nacional. Un fragmento de Las alegres viudas de Windsor de O. Nicolai, ópera basada en la comedia de Willian Shakespeare; las Danzas Eslavas N.º 2 y N.º 3, OP. 46 de A. Dvorák, de instrumentación brillante y brío rítmico; Oblivion de A. Piazzolla, en el momento más nostálgico del concierto “tocando las teclas del corazón” con esta hermosísima imagen musical del olvido; la Danza Húngara N.º 5 de Brahms, que reproduce el folklore magiar y sus violines mundialmente conocidos por la pasión y el virtuosismo; la Obertura de El Barbero de Sevilla de G. Rossini, una de las grandes obras maestras de la comedia dentro de la música y el Danzón N.º 2 del mexicano A. Márquez , en el clímax y momento final con ritmos trepidantes y evocadoras melodías.
Toda una gama de sugerentes colores musicales en un concierto sin precedentes que entra a formar parte de la historia de la ciencia.