Enrique Barrera Beitia es un profesor de historia jubilado que ha publicado varios libros de temática ferrolana, entre ellos, “Ferrol 1931-1952; de la República a la posguerra” de Ediciones Embora. Se trata por lo tanto de una persona que puede hablar con conocimiento de causa sobre la polémica surgida en relación a la estatua de José María González-Llanos. Además, es de dominio público que se trata de una persona de izquierdas y republicana, lo que da un valor añadido a la entrevista que, sin problema alguno, ha concedido a Galicia Ártabra.
GA-Y la primera pregunta, obligada, ¿hay que retirar la estatua de González-Llanos?
EBB.-«En mi opinión no. La retirada de una estatua debe afectar a personas que hayan tenido responsabilidad en los asesinatos cometidos por la dictadura, bien por haberlos cometido ellos mismos o por mandar que se cometieran. También deben retirarse las estatuas de quienes desempeñaran un papel relevante en el golpe de estado de 1936″.
GA.-Entonces, según usted ¿ qué relación tiene González-Llanos con la represión y el golpe de estado?
EBB.-«No hay ninguna prueba que le relacione con la represión, y aunque se sumó al golpe de estado una vez iniciado, no jugó ningún papel relevante en su gestación. Toda la trama golpista en Ferrol está disponible para los investigadores, tanto en el Archivo Naval de A Graña como en el Archivo del Baluarte, y yo no encontré ningún vínculo».
GA.-Y encima…en Ferrol hay personas de izquierda que dicen haber sido ayudados por González-Llanos.
EBB.-«Sí. Hace aproximadamente veinte años entrevisté a personas para un libro que publiqué en 2005, y afirmaban que habían sido ayudadas “bajo cuerda” por González Llanos, de manera discreta. Es imprescindible estudiar el consejo de guerra contra los obreros que participaron en la “huelga del aceite de 1946”. Hay un informe de la Dirección General de Seguridad que viene a decir que la depuración política en el astillero no se ha realizado, que muchos rojos han encontrado trabajo en el mismo en puestos de responsabilidad y con buenos sueldos, y que todo ello provoca un gran enfado entre los seguidores de Franco en Ferrol. Supone una crítica muy clara a González-Llanos, que era el director de la factoría».
GA.-Dicen que Franco le preguntó si había muchos rojos en Bazán, y que él dijo “los suficientes”.
EBB.-«He oído esa anécdota, aunque obviamente no se puede documentar, pero cuando le pidieron explicaciones por lo que dije antes, indicó por escrito que “los rojos” eran los mejores profesionales y que en caso de despido, no se podría sacar adelante el trabajo, por lo que era necesario conservarles. Sin embargo había algo más que simple utilitarismo, porque cuando desde instancias superiores se le impedía contratar a alguien, le buscaba empleo en otro sitio. Incluso llegó, no recuerdo ahora el nombre, a buscarle trabajo en Rio de Janeiro a un antiguo militante de la CNT».
GA.-«Se acusa a González-Llanos de haber participado en el bombardeo de la población civil que escapaba de Málaga para refugiarse en Almería».
EBB.-«Estamos hablando de “la Desbandá”, que fue en febrero de 1937, cuando miles de malagueños fueron bombardeados por el crucero Canarias y ametrallados por aviones italianos y alemanes, pero creo recordar que a finales de 1936, González-Llanos había desembarcado para hacerse cargo de la factoría de Bazán, y por lo tanto no pudo participar en ese lamentable actuación».
GA.-«¿No encuentra contradictorio la retirada de su nombre de las calles del Arsenal de Ferrol, y al mismo tiempo que se mantenga la estatua? ¿Merece la pena esta polémica?
EBB.–«Desconozco las motivaciones, pero en la estatua de la avenida de Esteiro este hombre va vestido de civil, porque no se quiere rendir homenaje al militar sino al gestor empresarial. En Ferrol hay una Mesa de la Memoria que debería tratar todos estos temas, asesorar a los políticos y hacer pedagogía.
Se han dado pasos muy importantes en la aplicación de la Ley de Memoria Democrática en nuestra ciudad, pero quedan pendientes dos temas importantes: el Memorial de Víctimas, del que ya se ha confeccionado la lista, y el Centro de Interpretación de la Dictadura, que debería ubicarse en el castillo de San Felipe. Parece que todo el problema se centra en una estatua, pero el movimiento memorialista debe moverse con prudencia en los casos en que no hay unanimidad de criterio. No hay duda de que González- Llanos era franquista, pero tampoco hay dudas de que no fue un asesino, y de que ayudó a antifranquistas que en otra ciudad hubieran sufrido muchísimo más que aquí. ¿Cuáles fueron la razones por las que actuó así? Honradamente, tengo que decir que las ignoro, pero no podemos ignorar las consecuencias».