Juan Cardona Comellas
Se van a cumplir dos años en los que los informativos de prensa, radio y televisión nos inundan con una serie de datos referente a la Covid-19, agrupándolos de tal forma que parece una carrera ciclista entre las comunidades. En la mayoría de ocasiones el tono empleado se asemeja a un narrador deportivo sin reparar que al final la línea de meta no es otra que la propia muerte. Hablan de los fallecidos como si fuesen simplemente un frío número, un marcador acumulativo de los datos estadísticos de las figuras
deportivas que persiguen el balón de oro o ser declarado el MVP de la competición: el estadio se convierte en un hospital, el campo de juego es la UCI y el trofeo al ganador es una lúgubre urna funeraria.
En todo este proceso las figuras relevantes son: quien ordena como deben de presentarse los datos, quien los prepara y quien los acerca al gran público. Hay informaciones que publica el propio Ministerio de Sanidad a diario que se interpretan parcialmente o se entresacan datos para incorporar al debate político en un juego sucio del «tú más». Abundando en los datos que el propio Ministerio publica semanalmente, dentro del informe general, los agrupamientos por edades de infectados, hospitalizados, paciente en UCI y fallecidos pueden aportar alguna luz sobre el comportamiento de los ciudadanos . Datos relevantes que parecen tener la clave de ciertos comportamientos que para muchos los consideran simplemente egoístas y otros justifican por la carga hormonal o las ansias de libertad de los jóvenes y no tan jóvenes, unos agrupados en manadas donde el alcohol derriba la frontera del decoro y otros se reafirman como seres superiores en posesión de la verdad absoluta con tufo negacionista.
Sin caer en la profusa publicación de datos, el agrupamiento por edades puede ayudar a ver ciertos comportamientos. De los fallecidos entre el 25 de octubre al 19 de diciembre que el ministerio evalúa en 1.380, el 70% corresponden a personas vacunadas con pauta completa y el 30% a no vacunados o pauta incompleta. Primera conclusión: la vacuna no es en escudo salvador al cien por cien. De los vacunados fallecidos el 60% tenían más de 80 años y el 33% entre 62 a 79 años; el 7% restante se reparte entre la población con edad inferior a 60 años (6,6%) con un 0,2% entre los menores de 30 años.
Todos estos datos son fallecidos con vacuna con pauta completa y puede alumbrar el comportamiento de jóvenes y «jóvenas» y no tan jóvenes ni «jóvenas».
Entre los no vacunados, los datos no difieren demasiado: el 52,5% son fallecidos de más de 80 años, el 35,5% para los maduros, el 11% para los de 30 a 60 y no llega al 1% para los jóvenes, menores de 30 no vacunados.
Con estos datos de muerte es difícil convencer a los más jóvenes que moderen su
comportamiento y hacerles ver que, si bien se libran de la guadaña del Covid, sí son los trasmisores de la enfermedad y hacen que los más edad que no la pueden sortear:
La pandemia está enladrillada, ¿quién lo desladrillará? el desenladrillor que lo desenladrille buen desenladrillador será: yo no lo conozco y por ahora no se le espera.
Los datos así ordenados ,no tienen que nada que ver con lo que nos dicen los medios de comunicación.
Se me caen las esperanzas a un pozo hondo y oscuro.
¿¿Estamos ahora Enero del 22 con la misma pauta de infectados enfermos y muertes igual que en Noviembre del 2020 ?? Los ancianos primero y así bajando la edad hasta llegar a los jóvenes ,sigue siendo ,por lo visto ,lo que prima
como pauta. ¿¿Todo es un engaño ?? Ni vacunas ni confinamientos .La suerte totalmente aleatoria.
¿¿Y tanto para esto??
El artículo como todos los del autor es sobresaliente y muy bien documentado .Hace una recopilación exhaustiva..
Muy bien el artículo. Siempre nos ilustra .
GRACIAS