Sabores ártabros-Ya es temporada de setas, para los que no crean que es pan de raposo.

José Perales Garat

Don Segundo Mendoza era un cura al que se citaba en mi familia de forma constante durante mi más tierna infancia. Entre sus múltiples virtudes, que sin duda lo habrán llevado a la Gloria Eterna, estaba una que afectó a mi familia de forma permanente y seguramente para varias generaciones: sabía distinguir las setas comestibles de las que no lo eran, y además las recolectaba y las regalaba cuando lo creía conveniente para la salvación de nuestras almas.

Unas cinco décadas después, la tradición se mantiene en mi familia, y los primeros fríos y las primeras lluvias nos generan una intranquilidad que seguramente sea similar a la que sienten las golondrinas cuando llega el otoño; las primeras lluvias son una alerta, los primeros fríos un aviso, los primeros soles tras ambos la señal inequívoca de que hay coger nuestras cestas, cepillos y navajas, calzarnos unas buenas botas y visitar las laderas ártabras en busca de esos carpóforos con los que nos deleitan esos generosos hongos durante el otoño.

Recuerdo las miradas entre la incredulidad y el asco de mis primeros tiempos como recolector, y la perenne pregunta de si era capaz de distinguir unas de otras, y cómo las comarcas evolucionaron gracias a la sociedad micológica Viriato, a la Feria de Fungos e Cogomelos de Puentes y a la siempre destacable labor de la hostelería local.

Eso era en los ochenta, porque hoy Neda, Ferrol, Narón y muchos más municipios tienen sus propias jornadas en las que se ensalza ese producto que nos regala la naturaleza pero que también podemos cultivar.

Y recuerdo la primera vez que me contaron que una empresa se dedicaba a micorrizar árboles y que, pasado un tiempo, conseguía que la combinación del hongo con las raíces empezara a producir setas. Hoy esa empresa vende robles, pinos, alcornoques, hayas, castaños o abedules con un hongo asociado a sus raíces en su página https://www.hifasforesta.com y conozco a gente que ya no se calza las botas, sino que sale al jardín y recoge níscalos, boletus edulis (o la seta que hayan asociado) sin más esfuerzo que el de doblar un poco el espinazo.

Y me gusta la idea, la verdad, e incluso creo que lo haría si tuviera un terreno… pero mientras tanto sigo pasando frío y mojándome los pies para recolectar un poquillo de alguna de mis especies favoritas y sigo llegando a casa mojado y cansado para pelar unos ajos, picar jamón serrano y calentar un buen aceite de oliva con los que acompañar esas setas que tanto tiempo me han acompañado gracias a ese entonces joven sacerdote que nos enseñó que las setas, como las personas, son diferentes entre ellas, y que algunas tienen virtudes ocultas que sólo puedes conocer si te interesas un poco acerca de lo que puedes hacer con ellas.

O también puedes ir a Casalexo (www.casalexo.com), del que ya os he hablado en otras ocasiones, y participar de su menú de temporada, o incluso si tenéis tiempo podéis recomendarme algún otro sitio en el que trabajen el producto.

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