La Fortuna y el Código que valía millones

Pedro Sande García

 

De nuevo voy a dedicar una crónica a dos series de televisión. En este caso son dos producciones, «La Fortuna» y «El código que valía millones», que tienen algunas características en común: ambas están basadas en hechos reales, en los dos casos la trama se desarrolla alrededor de un juicio, el protagonista en las dos historias es una pareja: unos frikis alemanes en el caso de «El código que valía millones» y dos entusiastas españoles en el caso de «La Fortuna» y por último, las dos características por las que me he animado a incluirlas en esta crónica: las dos series cumplen de manera sobresaliente el principal objetivo para el que se han creado, el entretenimiento, y ambas son ejemplos de producciones europeas que demuestran que si bien nuestro continente no compite en cantidad si lo hace en producciones de calidad, igual o superior a las que nos llegan de otros lugares y que inundan el maremágnum de la oferta existente en las diferentes plataformas de streaming. Me tienen que perdonar por hacer uso de un anglicismo, streaming, pero me ha resultado imposible encontrar una palabra en castellano con el mismo significado. Si hacen una búsqueda de su traducción a nuestro idioma encontrarán definiciones tan alambicadas como a la que a continuación les dejo :
Tecnología que permite transmitir archivos de audio y vídeo en un flujo continuo a través de una conexión a Internet alámbrica o inalámbrica. Una alternativa nada discreta para definir algo tan simple, espero que algún ingenioso académico encuentre la palabra adecuada.

«La Fortuna» es un ejemplo más de una serie española que compite en la misma
división que producciones que nos llegan de otras latitudes. Alejandro Amenábar ha trasladado su experiencia detrás de las cámaras en el mundo de la creación
cinematográfica al mundo de las series. El resultado es una producción que, si bien no se puede calificar de sobresaliente, agrada y a veces puede resultar espectacular, pero su ritmo con altibajos y algunas interpretaciones que no están a la altura provoca que solo se pueda asignarle el adjetivo de entretenida. La serie, que adapta la novela gráfica «El tesoro del cisne negro» de Paco Roca, nos cuenta la historia, basada en un hecho real, que arranca a partir del descubrimiento en aguas del Atlántico del que en su momento se creía que era el mayor tesoro submarino jamás encontrado. El hallazgo lo realiza la empresa norteamericana Odyssey Marine al frente de la cual se encuentra el cazatesoros Frank Wild, papel interpretado de manera correcta por el actor norteamericano Stanley Tucci, un pirata de guante blanco que se dedica a rescatar y expoliar tesoros que se encuentran en los fondos marinos. En este caso es el tesoro de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, hundida en aguas del estrecho de Gibraltar con un botín de casi 600.000 monedas. El hilo conductor de la serie, que se desarrolla a lo largo de 6 episodios, será el proceso judicial y diplomático que se desata entre el estado español y la empresa estadounidense.

Álvaro Mel interpreta, de manera poco convincente, con falta de matices y emociones, el papel de un joven diplomático, un soñador que junto a la enérgica funcionaria Lucía Vallarta, papel interpretado por Ana Polvorosa, serán los encargados de encabezar la misión del Ministerio de Cultura para recuperar el tesoro. Karra Elejalde, en su papel de Ministro de Cultura, desentona en algunos momentos, quizás por exigencias del guión, por su interpretación cómica en exceso para el papel que protagoniza.
Como conclusión, «La Fortuna» es una serie que entretiene pero a la que le falta algo
de crianza para que el color, el sabor y el aroma encajen de una manera más armoniosa.

«El código que valía millones» es una excelente serie alemana que cuenta la lucha
que llevan a cabo en los tribunales dos frikis alemanes para que se reconozca que Google infringió su patente en la creación de Google Earth. Sus cuatro capítulos son un ejemplo de como atraer la atención del espectador y hacer que este se olvide de que habrá un desenlace final. La serie se mueve con un excelente ritmo que permite al espectador mantener el interés por todo lo que ocurre alrededor de una historia fascinante, ningún elemento desentona y cada uno de los intérpretes encaja a la perfección en el papel que le toca desempeñar. Mišel Matičević realiza una excelente interpretación de Juri Muller, uno de los dos protagonistas, informático y hacker que dada su ingenuidad hacia el comportamiento del ser humano es el personaje que más sufre por el desengaño que le produce el egoísmo y la traición del que pensaba que era su amigo. «El código que valía millones» es una de esas series escondidas que, junto a muchas otras, no aparece en esas extrañas y poco fiables clasificaciones que pueblan el mundo virtual: las 50 mejores series, las 100 series más vistas, las mejores series de la historia…Una magnífica serie que llegó a mis ojos gracias a la recomendación de una muy querida amiga.

Para terminar me van a permitir que cite una última característica común a las dos
series: en ambos casos se mantiene la versión original para los diálogos, sin doblaje,
cuando participan protagonistas anglohablantes, lo cual puede resultar algo incómodo
pero es una original manera de distinguir quienes son los unos y los otros. Y escribo los unos y los otros debido a que los términos los buenos y los malos han sido tan
manipulados a lo largo de la historia, y la producción cinematográfica no se ha mantenido inmune, que han perdido su significado.

Mis últimas palabras para decirles que se sienten en sus sofás, vayan al cine, hagan deporte, jueguen al mus o planten hortalizas, pero lo importante es que disfruten de
todo el entretenimiento que nos rodea y por supuesto, cuídense.

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