Pedro Sande García
Recuerdo mis primeros años en Madrid, cuando las noches se alargaban más que el día y mi cuerpo no descansaba hasta la llegada del amanecer. Los fines de semana, antes de regresar a casa, cuando el sol empezaba a iluminar el ocaso de la noche, la costumbre de comprar la prensa en el VIPS se convirtió en una tradición.
La madrugada de los domingos se convertía en algo especial ya que el periódico venía acompañado de un suplemento dominical, o era al revés, ya no lo recuerdo, y era el suplemento el que venía acompañado de un periódico. En realidad lo que más nos interesaba era aquel suplemento en papel, y en color, ya que a aquellas horas de la mañana no tenía ningún aliciente leer las noticias con las que diariamente el mundo amanecía, y sigue amaneciendo, sin que el comportamiento del ser humano haya mejorado lo más mínimo.
El suplemento tenía además otro incentivo, su lectura duraba una eternidad dado que su contenido seguía estando de actualidad pasados los días, las semanas y hasta los
meses. Eran tiempos en los que no éramos conscientes, como lo somos ahora, de que al llegar a casa la realidad que reflejaban las noticias de aquel periódico en papel ya estaban desfasadas. No creo que ahora el mundo vaya más deprisa, solo creo que las rotativas no son capaces de alcanzar la velocidad que exige, en estos tiempos, nuestro consumo de realidad inmediata.
Exigimos información actualizada al instante, y eso es algo que los medios sobre papel no son capaces de darnos. Se imaginan ustedes que tuviéramos que conocer el resultado de unas elecciones a través de la prensa en papel, si fueran las
norteamericanas no habría problema dada la dificultad que tienen allí para contar, pero si en un país como el nuestro nos hemos acostumbrado a tener el resultado definitivo a las pocas horas. Es cierto que la radio y la televisión nos informan en tiempo real, pero eso ya lo hacían hace muchos años. La información y la opinión, además de escucharla, necesitamos leerla, es una de las maneras que tenemos para poder reflexionar sobre su contenido. Creo que además, si estuviéramos delante de la radio o de la televisión escuchando noticias al mismo tiempo que dedicamos a leer un periódico en papel, sufriríamos el choque que nos generaría la duda de saber el tiempo real en el que vivimos.
La inmediatez de los medios digitales ha sido determinante para el declive de la prensa en papel, agravado por la gratuidad con la que la que estos medios, tradicionales y nuevos, ofrecían el acceso, en sus inicios, a sus contenidos y que algunos siguen haciendo. Estas dos razones han sido determinantes para que muchos, la mayoría de los lectores hayan abandonado el medio tradicional. Si a esto añadimos el que las nuevas generaciones han nacido en el medio digital así como la aparición de soportes que facilitan el acceso y la navegación por los millones de gigas de información, el panorama de la prensa en papel es muy sombrío.
El negocio del medio digital aún no ha llegado a su madurez, lo hará cuando los
ingresos por suscripción y publicidad permitan alcanzar la rentabilidad necesaria, pero esto no será un impedimento para que el cambio de paradigma sea inevitable. La
costumbre de un grupo de lectores y la dificultad de incorporarse a los nuevos medios por parte de algunas generaciones mantendrán a los consumidores de la prensa escrita como un grupo residual.
Para ratificar lo expuesto permítanme mostrarles unos aburridos datos que
certifican la agonía de la prensa en papel. En España la tirada de los 6 grandes diarios de la prensa en papel ha caído un 73% en la última década. El diario de mayor tirada vendía hace 10 años un número de ejemplares similar al que en la actualidad lo hace la suma de los 6 mayores diarios. Estos datos son de antes de la pandemia del Covid-19 cuyo impacto, según todas las previsiones, ha sido demoledor sobre la prensa en papel.
¿Sobrevivirá la prensa en papel? la respuesta es sencilla, lo hará si el consumo de
los nostálgicos es capaz de cumplir una estricta norma de mercado, ser rentable. Que
nadie desespere, es la misma y la única razón para la supervivencia tanto de los medios digitales como de todo lo que consumimos.
Cuídense.