(De José Manuel Vidal,-Religión Digital- para Galicia Ártabra)-
Lo tiene todo para ser un excelente obispo de Mondoñedo-Ferrol. Fernando García Cadiñanos (Burgos, 1968) es joven, bien preparado, con experiencia de gobierno (es vicario general de Burgos), con inclinación a lo social (es delegado de Cáritas diocesana burgalesa) y en perfecta sintonía con la primavera de Francisco. Todo, menos ser gallego. Y a eso se aprende, sobre todo, como en este caso, cuando se tiene ganas de inculturarse. Una especie, pues, de mirlo blanco, que aprenderá a ejercer el ministerio episcopal en Mondoñedo, y seguramente será llamado a metas más altas.
Su curriculum vitae cuenta que Fernando García Cadiñanos es un burgalés del barrio de Santa Águeda, que hizo una carrera eclesiástica normal, ordenándose sacerdote en 1993. Estudió teología en la Facultad del Norte de España y se licenció en Ciencias Sociales y en Doctrina Social de la Iglesia en Roma. Estuvo de cura en el mundo rural, tan abundante en Burgos, aunque también regentó la parroquia urbana de Santa María de las Nieves.
Su vocación social la fue afianzando ya en su época de estudiante, para terminar dedicándose plenamente a ella en diversos cargos: delegado de pastoral obrera, coordinador del departamento sociopolítico diocesano, profesor de Doctrina Social en la Facultad de Teología y en la Escuela de Caridad. Y su culminación como delegado diocesano de Cáritas en 2015.
Pero su nombramiento más sonado llegó de manos de monseñor Fidel Herráez, un arzobispo de línea conservadora. De ahí que sorprendiera que lo nombrase su vicario general y que muchos curas pensasen y asegurasen que lo había designado para colorear de progresismo su pontificado burgalés.
Y, de hecho, García Cadiñanos ejerció de número dos de Don Fidel, pero sin plegarse a sus tendencias y estilos de la vieja guardia episcopal.
Bien parecido, afable, elegante y cercano, se hace querer en todos los ambientes en los que se mueve. Si acaso, le reprochan ser un poco mandón (otros dicen líder) y algo populista. Pero de lo que no cabe la más mínima duda es que se trata de un cura entregado, implicado y que huele a pastor.
Lo más probable es que su nombramiento se haga público el próximo jueves, día 1 de julio. Un nombramiento rápido, para lo que está siendo habitual en las designaciones del Nuncio Auza. La diócesis ha estado sólo seis meses vacante. El que se haya adelantado a otros mucho nombramientos episcopales que llevan mucho más tiempo pendiente (alguno más de dos años) se debe a tres razones.
La primera es que Mondoñedo-Ferrol es una diócesis sin graves problemas eclesiales ni económicos y a la que su anterior obispo, monseñor De las Heras, puso en línea de Francisco y reestructuró incluso territorialmente con las unidades pastorales.
Además, la mindoniense es una diócesis de entrada, que, tradicionalmente, se utiliza para entrenar a los obispos en su ministerio y prepararlos, si lo valen, para otras diócesis más pobladas y conflictivas.
Y la tercera y probablemente la razón principal de este rápido nombramiento episcopal es impedir las maniobras de apadrinamiento del cardenal Rouco, natural de Villalba y que, por eso mismo, siempre se ha creído con derecho de intervención en el nombramiento de los prelados de su pueblo.
Rouco, que ya colocó a su propio sobrino en la diócesis vecina de Lugo, quería para su diócesis nativa a un sacerdote gallego y de su cuerda. En su cartera tenía varios (no faltan curas conservadores en Galicia) y, con ellos subrayados, se fue a visitar a su viejo amigo, el cardenal Ouellet, para que le echase una mano. Pero el Nuncio Auza ya había movido ficha y esta vez cogió con el pié cambiado al otrora estratega cardenal, para colarle, de una forma rápida e inesperada, el nombramiento de García Cadiñanos.
Llega, pues, a Mondoñedo-Ferrol un nuevo obispo muy al estilo de Francisco. Tanto por su recorrido vital como por sus propias declaraciones. Le duelen los pobres, siempre ha defendido a los más vulnerables, se ha declarado a favor de la renta mínima de inserción y no deja de hacer gala de libertad y capacidad profética ante los políticos y los poderosos.
Por ejemplo, en una entrevista del pasado año en el Diario de Burgos, decía: “Nuestros políticos, en general, están muy cegados en particularismos, muy metidos en sus propias ideologías y marcados, a veces, por el cortoplacismo”.
O en una rueda de prensa de Cáritas, cuando defendía abiertamente a los sintecho: “Es urgente una ley estatal de garantía de acceso a la vivienda donde se incluyan todas las situaciones de exclusión residencia y sinhogarismo. Además, la Administración Pública debe incrementar el esfuerzo en materia de rehabilitación y mantenimiento del parque de viviendas, y promoción de vivienda en alquiler social de forma preferencial. También debe continuar la medida extraordinaria de paralización de desahucios y desalojos sin alojamiento alternativo en vivienda habitual en alquiler”.
Al nuevo obispo de Mondoñedo-Ferrol no le asusta la denuncia y huele a oveja. Como quiere el Papa de la primavera.