Ascensión y caída de Pablo Iglesias

Enrique Barrera Beitia

Cuando en los años noventa tenía cargos en el PCE y en Izquierda Unida, dije que en España había espacio electoral para dos fuerzas de izquierdas: una socialdemócrata (PSOE) y otra más radical o libertaria. Decía también que esa segunda fuerza debía aglutinarse de manera federada en torno a IU, y que al rondar como mucho la mitad de los apoyos electorales de los socialistas, debía ser una fuerza complementaria. En esos años era relativamente frecuente escuchar en relación a los comunistas, aquello de “yo nunca les votaría, pero hay que reconocer que son gente seria”, y ser una fuerza complementaria es importante si logras negociar contenidos y que se cumplan, pero también es una propuesta que se descalificaba fácilmente diciendo que su vocación era “ser la muletilla del PSOE y blanquear sus políticas”.

Finalmente fue Podemos quién construyo este espacio. La Historia fue cruel con los comunistas, porque la irrupción de Pablo Manuel Iglesias Turrión en la política española, se produce precisamente cuando estaban a punto de dar ese salto. En vísperas de las elecciones europeas de 2014 las encuestas le promediaban casi el 15% de votos, reducidos finalmente al 10%, mientras Podemos (que se reclamó portavoz del 15-M) obtenía un 8%. Después vino la OPA hostil a una IU cuyas deudas le impedían seguir en solitario, y un vertiginoso crecimiento que llegó al 21 % en las elecciones generales de 2015. Cuando se produce una acumulación de apoyos tan explosiva y a la vez tan heterogénea, hay que hacer una síntesis para retener el máximo posible de ellos, y funcionar en red dada la naturaleza de sus nuevos votantes. No se hizo la síntesis ideológica, hubo un liderazgo abusivo de Pablo Iglesias, los críticos fueron expulsados, y es un hecho aceptado por todos que los denominados “círculos de Podemos”, sólo han tenido una mera función censal para participar en las votaciones telemáticas propuestas por su líder.

A partir de ese momento asistimos a tal declive, que incluso puede suponer que Podemos sólo sobreviva a otro ciclo electoral. IU e Íñigo Errejón pueden terminar resucitando, porque de una manera u otra se rediseñara este espacio político-social, que no es nada despreciable. Para los ferrolanos, este asunto tiene el interés añadido del papel que puede jugar Yolanda Díaz, como candidata a la presidencia de gobierno en lugar de Pablo Iglesias ¿Qué puede estar pensando nuestra convecina de esta propuesta?

Yolanda Díaz, que ni está afiliada a IU ni a Podemos, sería la cabeza de lista de la candidatura presentada por unos partidos en los que no puede intervenir orgánicamente, de manera que un comité de políticos de Podemos, con escasa capacidad para arrastrar votos, podrían imponer a una candidata bien valorada por la opinión pública, lo que debería hacer y lo que no debería hacer. Es lógico que Yolanda Díaz quiera substituir esta especie de comisariado político, por un órgano colegiado de dirección más transversal y amable.

Por otra parte, en el momento de escribir este artículo, leo en internet que algunos sectores de CC. OO le recomiendan que abandone Podemos y se aproxime a Íñigo Errejón, que tras su buen resultado electoral en Madrid, sin duda querrá relanzar el proyecto de Más País aún a riesgo de dividir más un espacio común. En las últimas elecciones, Unidas Podemos obtuvo el 13.8% de los votos y Más País el 2.3%, y tres encuestas publicadas esta semana les conceden respectivamente un promedio de 9.2% y 4.2%. A ojo de buen cubero, significaría que los actuales 35 y 3 escaños, pasarían a ser respectivamente unos 24 y 7, en el mejor de los casos.

No cabe duda de que los próximos meses serán muy emocionantes.

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