Qué es, cuáles son sus síntomas y sus causas.
Cuántas veces habremos escuchado a alguien que tiene la vejiga caída, o que se le ha
desprendido la vejiga, y nos han dejado pensativos intentando imaginar qué es eso de la vejiga caída. Intentaremos dar luz a un problema de salud muy importante y que ocasiona en muchas ocasiones severos síntomas a muchas mujeres.
Para ello, continuamos con nuestra idea de emplear un lenguaje sencillo y fácil, comprensible y atractivo para la gente de la calle, para la ciudadanía, y lo primero que vamos a explicar es qué es el suelo pélvico. Para entenderlo de una manera sencilla, si bien es algo muy pero que muy complejo, debemos ponernos de pie y con nuestras manos tocarnos la zona baja del abdomen hacia la cintura pélvica alrededor del cuerpo. Podremos comprobar que tocamos hueso en múltiples zonas, por delante el pubis, hacia los lados las paletillas (o alas ilíacas), hacia atrás el sacro… Todos esos huesos están unidos entre sí formando una estructura que se llama el anillo pélvico. Este anillo, en su parte interna, tiene una serie de músculos y ternillas (ligamentos,
tendones y fascias) que soportan el peso de los órganos del aparato urinario (vejiga), genital (útero o matriz, ovarios) y digestivo (intestinos), y no sólo soporta su peso, sino que además gracias a este conjunto de músculos y ternillas, las vísceras están en su sitio y funcionan¡ correctamente. Pues este conjunto de músculos y ternillas que cierran por dentro este anillo óseo es a lo que llamamos el suelo pélvico, y son sus músculos los que nos recomiendan ejercitar cuando nos indican rehabilitación del suelo pélvico.
Si pensamos en nuestra evolución como especie, nos daremos cuenta de la importancia de esta estructura en el momento en que los antepasados del hombre pasaron de andar a cuatro patas a la posición erecta. Posiblemente nuestros antepasados tenían ternillas en la pared del abdomen más potentes que las nuestras actualmente, porque a cuatro patas quien sufre más la presión de las vísceras es el abdomen, y tal vez por este cambio de postura y de presiones, tengamos más facilidad a sufrir hernias en la pared abdominal, como las hernias inguinales.
El suelo pélvico, que como vemos hace de cama donde descansan las vísceras del bajo vientre y del abdomen, tiene un orificio central por donde es atravesado por la parte final de los aparatos digestivo y genitourinario, es decir, el recto y la vagina. Y es precisamente esta zona el punto más débil y, por tanto, el punto crítico, del suelo pélvico, ya que su debilidad es la que puede provocar el desplazamiento de las vísceras de descansan en el suelo pélvico, por debajo del mismo. Y ¿qué vísceras se pueden desplazar y hacia dónde?. Pues la vejiga de la orina, el recto, el cuello del útero o el fondo de la vagina, el mismo útero, e incluso los intestinos delgados. Y se van a desplazar descendiendo por la vagina, llegando incluso a salir por fuera de la misma en función de la importancia y de la gravedad de la debilidad.
Cuando se desliza la vejiga es cuando hablamos de vejiga caída o cistocele, pero también se pueden producir rectoceles, colpoceles, uteroceles o enteroceles en función de las vísceras afectadas. De hecho, rara vez se afecta una víscera aislada, y habitualmente se desplazan varias, ya que nuestro cuerpo no está formado por componentes aislados e independientes, sino que nuestras estructuras están relacionadas entre sí. A todos estos problemas es lo que llamamos los médicos el prolapso de órganos pélvicos.
Todo esto nos puede provocar múltiples síntomas en función de la víscera afectada y su gravedad. Muchas mujeres tienen cierto grado de prolapso leve y no tienen ningún síntoma.
Pero lo normal es que debido a que los órganos no están en su sitio, se afecten los
mecanismos que controlan la retención de la orina y de las heces, provocando, pérdidas de orina, habitualmente con los esfuerzos como son el levantar pesos, el toser, el reír o el estornudar, estreñimiento o pérdida involuntaria de heces, sensación de ocupación vaginal como si tuviese la cabeza de un bebé en la vagina, dolor en bajo vientre, y, por supuesto, problemas sexuales. En casos extremos he atendido a mujeres que presentaban saliendo por su vagina la vejiga entera y el útero, que recuerda el efecto de quitarnos un guante ajustado quedando éste del revés.
Factores que predisponen a la debilidad del suelo pélvico
Sin duda se trata de un problema de salud importantísimo que afecta a millones de mujeres, afectando en muchas ocasiones de manera seria a su calidad de vida.
Muchos son los factores que predisponen a esta debilidad del suelo pélvico. Para no
extendernos en exceso nos pararemos en los más importantes.
Y en primer lugar tenemos que hablar de la edad, ya que a partir de los 70 años aumenta el número de casos de prolapsos, y del número de embarazos y partos, especialmente en el caso de recién nacidos mayores de 4 kg y que precisaron instrumentación como fórceps o similares por vía vaginal. Curiosamente, las mujeres que dieron a luz por cesárea tienen más riesgo que las que nunca parieron.
El otro factor muy importante es la obesidad, tanto para los prolapsos pero especialmente para padecer incontinencia de orina. Las cirugías previas, como la histerectomía o extirpación del útero, el estreñimiento, la menopausia, el alcohol, o la práctica de algunos tipos de deportes, juegan un papel más o menos importante en este problema, pero no queda clara cuál es su relevancia.
Sin duda, la importancia y frecuencia de este problema exige una segunda parte en donde trataremos de las medidas preventivas y rehabilitadoras del suelo pélvico, así como de los tratamientos correctores de los prolapsos y las pérdidas de orina. Y sin lugar a dudas, este es otro síntoma que no debes dejar pasar por alto.
(*) Médico especialista en Urología y Andrología en Área Sanitaria de Ferrol Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Médico especialista en Cirugía Laparoscópica Máster en Suelo Pélvico e Incontinencia urinaria femenina por la Universidad de Salamanca Máster en Cáncer de Próstata Avanzado por Universidad de Salamanca Máster en UroOncología por la Universidad C. Herrera