Inés, Inés Inesita Inés, quien te ha visto y quién te ve

Juan Cardona (www.juancardona.es)

No hace mucho tiempo, inmediatamente después de los frustrantes resultados que los simpatizantes de tu partido soportaron incrédulos en las últimas elecciones generales; donde el naciente Vox os superó ampliamente, te dedique un bucólico artículo evocando la canción infantil que repite insistentemente tu nombre. En él evocaba tu pasado próximo luchando con tu discurso ocurrente ante una pléyade de independentistas en el parlamento de tus tierras adoptivas catalanas, pero también te hacia ver las consecuencias del abandono de la política de Rivera y tu traslado a la Capital. Por último, te auguraba un declive de tu partido siguiendo los pasos de Suárez, Roca o Rosa Díez.

El calendario electoral te presagiaba cuatro años de tránsito por el desierto, apoyando en algunas autonomías al PP que justificaban vuestra existencia. ¿Quién nos iba a decir que, en plena pandemia, en la Comunidad de Murcia Ciudadanos encendía la mecha de disolución del pacto post electoral y enviaba al PP al banquillo de reservas?:

Conmoción política, ¿Efecto dominó? En los mentideros se esperaba tu declaración explicando lo sucedido, cuando dos bombazos disfrazados de «moción de censura» sacudieron el panorama político: Madrid y Castilla y León. En la primera es la «popular» Ayuso que convoca elecciones anticipadas, le responde la izquierda con
mociones de censura y para rematar el PSOE presenta la suya en Castilla y León…, e Inés, sigues sin asir la rienda de los desnortados «ciudadanos».

Ni tan siquiera el compromiso de cumplir lo pactado en Andalucía te ha dado fuerza para retomar la batuta y el compás. Si en las catalanas el batacazo ha sido monumental (la segunda caída en poco tiempo después de las generales), la tercera que se aproxima será la definitiva y como en el símil boxístico esa caída significará el KO final.

Remataba el artículo anterior con un consejo gratuito recomendándote que evitases compañías tóxicas en los acuerdos políticos (ejemplo: el «sanchismo puedemita» como símbolo de poder a toda costa) y que esos hipotéticos acuerdos no alumbrasen una nueva fábula: «Inés y la mentira perpetua» versión moderna de «La rana y el escorpión».

Perdona las confianzas, pero ante la tempestad, a veces, hay que amarrarse al timón para no zozobrar.

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