¿Las mujeres y el sacerdocio: un interés por servir o un salto a la fama?

José Carlos Enríquez Díaz -(http://josecarlosenriquez.es/)
Cuando en la historia surge alguna causa que parece traer salvación, se  apuntan inmediatamente todos los que no quieren servir esa causa sino servirse de ella: inventores fracasados, picapleitos sin éxito etc. El enemigo más grande de las causas más santas son algunos de sus defensores, toda la comunidad cristiana tiene derecho a pedir a las mujeres que aspiran al ministerio, que examinen bien si buscan un sacerdocio pretendiendo un servicio a su comunidad o “un salto a la fama”. Servir a Jesús es dejarse elegir para servir, no para buscar un estatus social o una porción de poder.

Hay algunas que quieren entrar por la ventana. ! Eso no sirve! Por favor, si alguna ve que una compañera entró por la ventana, abrácela y explíquele que es mejor que se vaya y que sirva a Dios en otro lugar. Hay otras que si quieren seguir al Señor, pero por interés, acordémonos de la mamá de Santiago y de Juan: ‘Señor, te quiero pedir que cuando partas la torta, le des la parte más grande a mis dos hijos, uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

La Iglesia no es una empresa o una ONG, la Iglesia es un misterio, el misterio de la mirada de Jesús a cada uno y que dice: ¡Ven!. ¿Queda claro?. Se entra por la puerta, no por la ventana y se sigue el camino de Jesús. Para esas señoras que deseen entrar por la ventana les recuerdo que en Kenia hay: 513 hospitales y ambulatorios, 21 leproserías, 117 hogares para ancianos, inválidos o discapacitados, 1.173 orfanatos y guarderías, 110 consultorios familiares, 11 centros especiales de educación o reeducación social y 203 instituciones de otro tipo.

«No impongan con ligereza las manos a ninguno, ni participen en pecados ajenos«. 1 Timoteo 5.22

Este versículo a veces se ha interpretado como una advertencia a no poner las manos sobre un endemoniado si tu vida no es íntegra delante de Dios, porque los malos espíritus pueden aprovecharse de la situación. En este versículo Pablo está hablando sobre el acto de ordenar a alguien al ministerio a través de la imposición de manos.  Hay algo mucho más peligroso  que poner las manos sobre un endemoniado, es darle autoridad  a alguien que no está calificado  para determinada tarea.

¿Quiénes terminan siendo las columnas de la Iglesia? Personas que no tienen a sus hijos bajo control, aquellos o aquellas que no han podido ganar a sus propias parejas, ¿son ellos columnas fuertes para sostener el crecimiento de la Iglesia? Seamos sinceros la verdad es que no lo son. Alguien puede decir, pero si tienen ganas o  son los únicos dispuestos a servir. Eso es verdad y no lo he negado en ningún momento. El problema no son ellos el problema es la falta de visión y estrategia para establecer líderes.  

 «Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios?)». 1 Timoteo 3.4

Estos creyentes podrán funcionar como un parche en una llanta pinchada pero no como una auténtica reparación, porque sin duda en cualquier momento puede dejar de funcionar.  Lo más difícil de esta situación es que a muchos pastores será  harto complicado retirarlos del cargo que se les dio cuando ya hayan tomado demasiado  control de la Iglesia, y pueden llegar a volverse una amenaza de división.

  Esto que sirve para los varones también es válido para las mujeres. Esto quiere decir que el acceso al ministerio no puede ser utilizado para alcanzar puestos de prestigio dentro de la institución, y esto es, repito,  válido tanto para los varones como para las mujeres.

  Si algún día nuestra Iglesia ordena mujeres sacerdotes, sospecho que en los comienzos tendrá que hacerlo con cuentagotas y no como ruptura de presa y esto seguirá suponiendo frustraciones para muchas mujeres  a quienes les costará aceptar que su propio rechazo pueda deberse en algunos casos a problemáticas personales y   les será más fácil seguir atribuyéndolo a razones sexistas.

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