José Manuel Otero Lastres
En una magnífica entrevista realizada a Isabel Díaz Ayuso en el diario ABC por Víctor R. Almirón y Sara Mialdea, la presidente de la Comunidad de Madrid responde a una pregunta de los entrevistadores afirmando que “hay una parte importante (de la izquierda) que está para gestionar sentimientos y no sabe gestionar otra cosa”. Comparto enteramente su opinión y como ejemplo de lo certera que es esta afirmación, voy a recordar, por su carácter ilustrativo, la propia trayectoria del parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, así como alguna de sus más recientes actuaciones políticas.
Según cuenta Álvaro Martínez en ABC este joven político llegó al Congreso del paro y le bastó mostrar en la Cámara de Diputados ciertos objetos en actuaciones más teatrales que otra cosa para adquirir fama: unas esposas, una impresora portátil y camisetas con reivindicaciones políticas cuanto más escandalosas mejor. Es decir, utilizó solo la emoción y no discursos recordados por sus brillantes prepuestas políticas para llegar al corazón de una parte de la ciudadanía.
Otro ejemplo del mismo sujeto. Afirma Rufián que “si esta crisis la gestionan PP, Ciudadanos y Vox, la gente estaría recibiendo banderas de España por Glovo” (servicio de mensajería a domicilio). Habrá a quien esta frase le toque en el corazón y, sin reflexionar en su veracidad, aceptará sin más que los mejores para gestionar la crisis son la izquierda porque en los lugares en los que lo hacen los partidos de derechas solo se dedican, como afirma Rufián, a repartir banderas de España.
Lo malo para Rufián es que las competencias en sanidad están cedidas a las autonomías y claro basta detenerse mínimamente en comprobar cómo gestiona la derecha la pandemia en los territorios donde gobierna (Díaz Ayuso en Madrid, Núñez Feijóo en Galicia y Juanma Moreno en Andalucía, por poner solo tres ejemplo) para caer en la cuenta de la falsedad de esa afirmación puramente emocional: la derecha no solo no reparte banderas de España, sino que lleva a cabo una gestión que está salvando en parte la nefasta actuación del mando único del Gobierno de la Nación.
Y finalizo con el último ejemplo de “gestión emocional”. Mientras España está acongojada tratando de detener y superar la devastadora pandemia del coronavirus, a ERC se le ocurre presentar, junto con Bildu, una proposición de la ley en el Senado para despenalizar las injurias a la Corona y los ultrajes a España. Es éste todo un ejemplo de propuesta emocional que pone sobre el tapete político, con la que está cayendo, algo tan urgente, imperioso y conectado con la gestión de los intereses generales como es despenalizar los insultos al Rey y los ultrajes a los símbolos constitucionales de la España democrática.
Ni toda la izquierda son nacionalistas, ni todos los nacionalistas son de izquierdas, es más, los nacionalismos históricamente ha sido de derechas.