Pedro Sande García
Una sensación es una impresión producida por un estímulo que es captada por los sentidos. Las sensaciones preceden a las emociones, estas son intensas y de corta duración y a su vez preceden al sentimiento. Sensaciones y emociones es lo que le pido que me produzca la lectura de un libro, escuchar un tema musical, contemplar un cuadro o una escultura y ver una película. Si esto no ocurre se produce la indiferencia, lo que es mucho más negativo que el aburrimiento o el desinterés. Joker, a lo largo de los 122 minutos de duración, no dejó de producirme sensaciones y emociones. Todas esas sensaciones y emociones confluyeron en un sentimiento posterior, cuando la inmediatez de las imágenes y de los sonidos se habían convertido en un recuerdo. Un sentimiento que sobrevoló la angustia y acabó convirtiéndose en tristeza, suavizada con una sonrisa al recordar la magistral interpretación de Joaquín Phoneix y la magnífica banda de sonora de Hildur Gudnadóttir con temas musicales, entre otros, de Bee Gees, Pink Floyd, The Doors, The Guess Who, GaryGlitter, Jimmy Durante y la voz de Frank Sinatra interpretando That,s life: «He estado arriba y abajo….he caído de cara…..y solo me he levantado’’. Todas esas sensaciones y emociones que transmite Joker, solo son posible a través de la perturbadora interpretación de Joaquín Phoneix y de las canciones que le acompañan a lo largo de la historia.
Fui al cine con una idea preconcebida, esperaba encontrarme una secuela de
Joker donde una cara pintada y un rostro histriónico serían todo el argumento de la
historia. Recordaba la interpretación de Jack Nicholson en Batman, en la que no fue una de sus grandes actuaciones a las que nos tiene acostumbrados en películas como Mejor imposible, Alguien voló sobre el nido del cuco, El resplandor o Easy Rider.
Fueron pocos los minutos de proyección para darme cuenta de que la idea preconcebida era errónea, con las primeras escenas pensé que me encontraba ante lo que sería una película para el lucimiento de Joaquín Phoenix. Sin darme cuenta, la conexión entre la banda sonora, las primeras imágenes de Gothan y el rostro al descubierto de Joaquín Phoneix me envolvieron en una atmósfera lúgubre e inquietante. La fotografía de Lawrence Sher convierte los lugares que recorre la historia en un mundo amargo y depresivo, y lo que es más angustioso, en un mundo real. En Gothan el gris del asfalto impide ver el color del cielo y contagia la vida de los personajes que transitan por sus calles. Un mundo donde encaja a la perfección el personaje de Arthur Fleck al que el desprecio de una sociedad cruel y una mente perturbada convierten en Joker. No es nada de eso lo que debe justificar el recurso de la violencia, pero sí que muestra de forma inquietante en lo que se están convirtiendo algunos núcleos urbanos, en donde el caos, la suciedad, y la inexistencia de relaciones personales no dejan pasar la luz del día.
Joker no es una película que intente profundizar, su objetivo es el de mostrar y
agradar aunque esto último se convierta en angustia cuando la mente del espectador, de forma inevitable, penetra en el sombrío mundo en el que se desarrolla. Es una película que funciona y tiene momentos en los que sorprende. Pudiera parecer que cuenta una historia irreal que se desarrolla en un mundo de ficción, eso quizás fuera el contenido de su guion original pero el mismo fue reescrito a lo largo del rodaje por su director, Tod Phillips, y Scott Silver. Esa reescritura acaba mostrándonos un mundo real en el que sobreviven unos personajes de carne y hueso, un gueto oscuro y alejado pero que existe en muchas de nuestras ciudades.
Además de Joaquín Phoneix el reparto cuenta con Frances Conroy, en el papel de
su madre, Brett Cullen como Thomas Wayne y Robert de Niro con el que Joker
protagoniza una brillante escena final que se desarrolla en un plato de televisión.
No calificaría a Joker con un sobresaliente, ni siquiera entraría a formar parte de la
historia del cine pero si me encontré con una película que me produjo sensaciones y
emociones, una película perturbadora que al salir del cine me provoco una enorme
satisfacción, algo que les puede parecer contradictorio con los comentarios realizados,
pero al fin y al cabo el cine es ficción y su cercanía con la realidad individual la alejamos en cuanto se encienden las luces de la sala y ponemos un pie en las calles iluminadas de nuestras ciudades.
Permítanme un consejo para terminar, si tienen oportunidad de hacerlo, véanla en
versión original, en la que incluye subtítulos en castellano no se perderán nada y tanto la película como la interpretación de sus personajes ganarán en intensidad.