El 25 de octubre, coincidiendo con el cumpleaños de Bizet y Johann Strauss II, se celebró por primera vez el Día Mundial de la Ópera, resultado de un largo proceso de reflexión iniciado en Madrid durante el Foro Mundial de la Ópera con el fin de “fortalecer la conexión entre la ópera y su entorno social”; una celebración a nivel mundial para “crear conciencia sobre el impacto positivo del género como expresión artística y por su contribución a la educación y el contacto con las emociones más universales”.
La iniciativa se encuentra en trámites de declaración oficial por parte de la UNESCO y cuenta con el respaldo del Instituto Internacional del Teatro y representantes de ópera de todo el mundo. Y es que desde su aparición con la Camerata Florentina y restableciendo la antigua tragedia griega, la ópera se convierte en un género único, el gran logro cultural que en sí reúne dramatización, literatura y sublimada expresión musical.
Los teatros de todo el mundo se sumaron a esta celebración que pasó sin pena ni gloria en Ferrolterra y que vio su reflejo en A Coruña con el concierto del prestigioso contratenor Carlos Mena acompañado por la agrupación Concerto 1700, grupo de cámara dirigido por Daniel Pinteño. Un concierto incluido en la programación general de “Amigos de la Ópera” en coproducción con el “Centro Nacional de Difusión Musical” en el que pudimos escuchar obras del compositor español José de Torres “in primicia”, ya que son recuperadas por primera vez tras trescientos años de silencio y también dos Sonatas de Cámara de Giovanni Bononcini. Voz excepcionalmente peculiar la de Mena, exquisita, de impresionante timbre y elaborada técnica que supo transportarnos gracias al respeto hacia los cánones de su tiempo al mejor Barroco.
Buena manera de celebrar la fecha con la que se pretende “establecer puentes entre continentes, comunidades y compañías”. Que así sea.