Enrique Barrera Beitia
Las comunidades cristianas usaron en sus tres primeros siglos de existencia textos contradictorios entre sí, que impedían la unidad doctrinal, por lo que era cuestión de tiempo que la jerarquía religiosa los depurase.
Dice la tradición que en el Concilio de Nicea (325), los obispos depositaron en el altar los 270 evangelios existentes, cerraron con llave la puerta, y rezaron toda la noche para que Dios señalara los textos correctos. Por la mañana se encontraron que sólo los de Mateo, Marcos, Lucas, y Juan, estaban encima del altar, por lo que prohibieron todos los demás. Por fortuna han sobrevivido copias de los de Tomás, Pedro, María Magdalena, Santiago, Felipe, Andrés, Judas, Bernabé, y una pequeña parte del de “la esposa de Jesús”, pero es terrible la destrucción documental decretada por este cónclave, de tal magnitud que dificulta reconstruir la primera etapa del cristianismo.No se dice quien se quedó de noche con la llave, pero es probable que lo que ocurrió fuera algo diferente, y que la mayoría de los obispos llegaran a Nicea con la firme voluntad de excluir lo que no encajara con la doctrina que ya tenían perfilada. En este sentido, tres evangelios eran especialmente polémicos.
Uno era el de Tomás, donde Jesús no es hijo biológico de Dios sino adoptado. Defendía una conexión directa entre los humanos y Dios, prescindiendo de castas sacerdotales.
Otro es el de Judas, el discípulo favorito de Jesús, según el cual lo entregó a las autoridades romanas siguiendo sus órdenes, por lo que no sería un traidor.
El tercero es el evangelio de María Magdalena, descrita como la discípula predilecta que incluso fue amada carnalmente, por lo que debía liderar a la comunidad cristiana (hay otro texto prohibido conocido significativamente como el “Evangelio de la esposa de Jesús”). La vigencia de este evangelio habría mantenido la tradicional figura de la sacerdotisa, y bien sabemos el papel que la iglesia concede a las mujeres.
Así las cosas, se reescribió su vida como una pecadora arrepentida y rehabilitada por el Nazareno. Lo hizo el Papa Gregorio en el siglo VI con argumentos tan endebles, que desde la propia iglesia se señaló recientemente, que no sólo no había sido prostituta, sino que Jesús la tenía en tanta estima que despertaba celos entre sus discípulos. La investigadora Jennifer Ristine se apoyó en los recientes descubrimientos arqueológicos en las ruinas de Magdala, para presentarla como una mujer adinerada y muy influyente en la vida de Jesucristo. Cualquiera que se aproxime a los evangelios prohibidos sin ideas preconcebidas, leerá textos muy significativos sobre la condición femenina.
Así, en el Evangelio de María Magdalena (150 DC), encontramos esta discusión:
Los discípulos se preguntaban «¿Cómo iremos hacia los gentiles y predicaremos el evangelio? Si no han tenido con él ninguna consideración, ¿cómo la tendrán con nosotros?».
Entonces María se levantó, los saludó a todos y dijo: “No lloréis ni vaciléis más, pues su gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres”.
A continuación sobrevino una discusión sobre las palabras de María Magdalena, y Levi le dijo a Pedro: “Siempre estás encolerizado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla?
En el Evangelio de Tomás (50 DC) tenemos estas frases:
Pedro – “Que María salga de entre nosotros, pues las hembras no son dignas de la vida”.
Jesús – “He aquí que le inspiraré a ella para que se convierta en varón, para que sea un espíritu viviente semejante a vosotros, pues cada hembra que se convierte en varón, entrará en el Reino de los Cielos (…) Cuando hagáis de los dos uno, y establezcáis el varón con la hembra como una sola unidad de tal modo que el hombre no sea masculino ni la mujer femenina, entrareis en el Reino de los Cielos”.
También encontramos en el evangelio griego de los egipcios (125DC) un texto muy similar al del evangelio de Tomás:
«Preguntando Salomé cuándo llegarían a realizarse aquellas cosas de que había hablado, dijo el Señor: “Cuando halléis la vestidura del pudor y cuando el varón, juntamente con la mujer, no sea ni varón ni mujer»
La Iglesia oficial ha temido a la Magdalena y ha preferido a la Madre de Jesús, pero las dos mujeres van juntas en los Evangelios. Las dos son esenciales en la primera Iglesia. María Magdalena no ha podido ser obispo o papa en la Iglesia que triunfó desde el siglo I al III, pero podrá serlo en una Iglesia no jerárquica ni patriarcalista del futuro”. Entonces, la Magdalena volverá a reinar. Y la Iglesia recuperará su otra mitad del cielo.
Sin María Magdalena y su corriente no habríamos podido mantener el recuerdo de Jesús ni seríamos cristianos”. La mayoría de los teólogos coincide en que las cosas comienzan a cambiar a partir del siglo III, cuando se afirma el liderazgo de Pedro y de Pablo y triunfa una línea doctrinal que relega a las mujeres a funciones secundarias: la Magdalena deja de ser la mujer que pudo reinar en la Iglesia.
Ya en el siglo IV, la virginidad y el celibato se convierten en categorías superiores al matrimonio (porque la virtud se identifica con la castidad y el pecado, con el sexo) y la Iglesia se transforma no sólo en una Iglesia de varones, sino de solteros, sin experiencia familiar. Y a la mujer se la va separando del altar y se la identifica con Eva, la causante de que en el mundo reinara el pecado original. Y la figura de la Magdalena desaparece.
Hay que reivindicar su figura. A Isabel Gómez-Acebo no le cabe la menor duda: “Las mujeres queremos recuperar la figura de María Magdalena por lo que significa para la Iglesia y para nosotras”. Por eso reconoce que, aunque la novelística actual está llena de inexactitudes sobre ella, “despierta el interés por su persona. Un interés que permite a otros presentar la realidad de su vida y que las mujeres apoyemos nuestras reivindicaciones eclesiales en la política de Jesús con su discípula predilecta”.
¿Y adonde venden los evangelios prohibidos eses?
Si alguien tiene un verdadero interés en saber lo que son los evangelios apócrifos hay abundante bibliografía. En líneas generales, se puede explicar que son evangelios atribuídos a los «gnósticos», lo que quiere decir que fueron escritos por miembros de corrientes filosóficas heréticas que conjugaban la fe cristiana con el paganismo.
En general son textos escritos con bastante posterioridad a la época de Jesús y se han ido descubriendo a lo largo de la historia y publicados, no los tiene escondidos la Iglesia de Roma; por ejemplo, el de María Magdalena se descubrió en 1895, ligeramente después del Concilio de Nicea o de la Reforma Luterana. Ninguna confesión cristiana considera que aporten nada a la doctrina y sólo algunos de sus datos son usados en la liturgia o en tradiciones religiosas, varios tienen descripciones fantasiosas y un lenguaje arcano que sugiere que eran sólo para los iniciados.
Sus nombres no se deben a su autoría, sino a su temática (como también parecen sugerir el autor y el comentarista).
Pero habrá quien prefiera pensar que la Iglesia es tan malvada que sus primeros padres lo que hicieron fue ocultar la verdad, y prueba de ellos es la inmensa cantidad de mujeres que lideraron religiones en los primeros siglos la era cristiana. La verdad es que hay veces que cuesta un poco entender tanto sectarismo.
Por cierto, María Magdalena es considerada santa por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y la Comunión anglicana, que celebran su festividad el 22 de julio y el papa Juan Pablo II en la carta Mulieris Dignitatem se refirió a ella como la «apóstol de los apóstoles».
No existe ningún pasaje ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos que permita afirmar que María de Magdala fue la esposa de Jesús de Nazaret. Para la mayoría de los estudiosos del Jesús histórico es una posibilidad que ni siquiera merece ser tomada en serio.
Un poco de wikipedia, para los que quieran un visión un poco más profunda.
https://es.wikipedia.org/wiki/Evangelios_ap%C3%B3crifos
https://es.wikipedia.org/wiki/Evangelio_de_Mar%C3%ADa_Magdalena
https://es.wikipedia.org/wiki/Gnosticismo
https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Magdalena