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(EP)-Cáritas Diocesanas de Mondoñedo-Ferrol atendió a 4.755 personas en situación de exclusión a lo largo de su ámbito en el año 2018, 850 menos que en el año anterior, y con cerca de un «25% inmigrantes».
La atención fue prestada a través de varios programas, en los que participaron 314 voluntarios y 58 Cáritas parroquiales y sus trece trabajadores, y que supuso un gasto de 806.663 euros, de los que un total de 580.000 fueron para atención directa y acompañamiento de las personas.
Números que han sido dados a conocer en la mañana de este miércoles por Marta Pazo, coordinadora general de Cáritas Diocesanas de Mondoñedo-Ferrol y José María Pérez Martínez, vocal de comunicación, en la sede que esta ONG vinculada con la Iglesia tiene en la calle Magdalena de Ferrol.
De todas formas, se ha constado que en el territorio en donde actúa Cáritas de Mondoñedo-Ferrol, correspondiente al norte de las provincias de A Coruña y Lugo, «se produjo un ligero descenso, de 850 personas, en cuanto a las personas atendidas con respecto a 2017, centrado en la franja de edad de entre los 18 y 65 años, apreciándose una cronicidad de los dos sectores más vulnerables, como son la infancia y las personas mayores».
Programas
Cáritas Diocésanas de Mondoñedo-Ferrol cuanta con varios programas en los que durante el 2018 se atendió a «350 personas sin hogar, 114 familias en situación de vulnerabilidad, otras 157 en procesos de formación e inserción laboral, de los que 49 consiguieron empleo».
Para ello se dispone del Centro de Día e Inclusión Gabriel Vázquez Seijas, con servicio de cafetería, acceso a Internet, talleres inclusivos y que acaba de estrenar, en este mes de junio, el servicio de lavandería, ducha y peluquería.
También dispone de cuatro pisos de tránsito a la vida autónoma, otras cuatro viviendas de emergencia, así como clases de refuerzo para escolares, talleres de promoción de mujer gitana y talleres de alfabetización y habilidades sociales para adultos.
En cuanto al perfil de los beneficiarios de Cáritas en las provincias de A Coruña y Lugo, según Marta Pazo, «se percibe un aumento de las familias en integración precaria, que son aquellas que a pesar de tener trabajo, están al límite de integración y lejos de una integración plena», además de que «la vivienda se percibe como un factor de exclusión que va en aumento y que provoca el hacinamiento de familias diferentes en una misma vivienda«, además de la que «la pobreza está muy dispersa afectando tanto al mundo rural como urbano».
También ha destacado como un problema muy grave «el porcentaje elevadísimo de envejecimiento, problema especialmente acentuado en el mundo rural, acentuado en la dispersión».
