Si somos lo que hacemos repetidamente, Pedro Sánchez es …

José Manuel Otero Lastres

Se atribuye a Aristóteles la frase “somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto; es un hábito.” Pensamiento que, a mi juicio, puede ser completado en el sentido de que el efecto de la repetición no solo es predicable de la excelencia, sino también de la bajeza. De tal suerte que si una persona lo que hace es engañar reiteradamente, es decir: dice mentiras habitualmente disfrazadas con artificio, es que tiene el hábito del embuste, o en otras palabras, es un embustero.

Conviene señalar lo que antecede porque probablemente para que no cambien los vientos favorables que anuncian las encuestas, Pedro Sánchez está haciéndose pasar por lo que no es. Y es que, si hemos de hacer caso a Aristóteles, Pedro Sánchez no es lo que está aparentando ser últimamente, sino lo que vino haciendo repetidamente desde su salto a la política: engañar a la ciudadanía.

Entre las acciones engañosas más reprochables que demuestran sus embustes, basta con recordar las cuatro siguientes.

Una de sus primeras acciones fue utilizar el avión oficial “Falcon” para asistir, a título privado, a un concierto de música moderna en Castellón. Y cuando la oposición le pidió cuentas, cubrió este hecho abusivo con el “artificio” legal de la “materia reservada”. Todavía hoy, en pleno siglo XXI en el que ya se tiene muy clara la separación entre lo público y lo privado y en un momento en el que el pueblo no pasa ni una a los políticos (aunque parece que solo a los de la derecha), la sociedad española no sabe ni quiénes viajaron en el Falcon, ni cuanto nos costó por todos los conceptos ese viaje de placer a los españoles.

Otra tuvo lugar cuando era simplemente profesor ayudante de una Universidad privada. Entonces aparentando que hacía investigación fusiló en menos de dos años los trabajos de otros autores y los hizo pasar como propios redactando una tesis doctoral. Tal plagio es una de las conductas intelectuales más viles porque es doblemente engañosa respecto de la más noble de la propiedades que tiene el hombre, la intelectual. Y ello porque el plagiario, como Sánchez, hace creer falsamente que es suyo algo que no lo es y porque oculta la verdad de decir que algo no es suyo, sino de otro. Pues bien, una vez descubierto, Sánchez no solo no reconoció el plagio, sino que para disimularlo volvió a extender el manto de un artificio engañoso. En efecto, hizo que se publicara en la página oficial de La Moncloa un informe (que todavía no se sabe si existió), pero al que la Oficina de la presidencia negó hace poco tiempo el carácter oficial, en el que se decía -insisto con apariencia de oficialidad- que el contenido de la tesis había sido sometido a dos controles de plagio y que los había superado suficientemente.

La tercera acción engañosa se produjo en unas declaraciones públicas, cuando era Jefe de la Oposición. En una entrevista televisiva afirmó con convicción y sin sombre de duda alguna que la actuación de los independentistas catalanes durante el 1 de Octubre había sido un acto de rebelión. Pero cuando más tarde llegó al Gobierno apoyado por los votos de los independentistas no solo no volvió a hablar de rebelión, sino que destituyó al Abogado del Estado Jefe porque no se avino a acusar a los golpistas por el delito de sedición.

Finalmente, actualmente, no solo se abstiene de que hacer o decir algo que pueda molestar a los independentistas o al “filo-terrorismo” por si necesitara sus votos en el futuro, sino que está cubriendo con el artificio de un silencio ominoso la decisión de que, si fuera necesario, propondrá la concesión del indulto a los golpistas catalanes caso de ser condenados.

Así pues, si, como dice Aristóteles, somos lo que hacemos reiteradamente y no lo que decimos que somos, hay pruebas suficientes para afirmar que Pedro Sánchez, políticamente hablando, es un embustero, porque cubre los hechos con el manto artificioso del embuste.

 

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2 comentarios

  1. Juan Prado Piñeiro

    Completamente de acuerdo mi admirado paisano. Pero yo quisiera añadir algo a este clarividente pensamiento. Y es que hay actos humanos que no necesitan hacerse hábitos para que supongan por sí mismos una descalificación inexorable del que los realiza. Ejemplos palpables y de actualidad son la compra de un chalet superlujo por un personaje que promueve una ideología de igualdad y que expresamente denigró a otros por ser propietarios de esa naturaleza, presumiendo a la vez de vivir en un humilde piso de barrio, y afirmando que jamás cambiaría de condición porque ello supondría desconectar de la realidad de la vida de la gente ‘corriente’. Y ello sin entrar en el tema de la mentira sobre el precio, lo cual no requiere pruebas de especial elaboración dado que ahí están los valores de mercado… Otro de estos actos humanos que por sí mismos degradan a quien los realiza es el de pactar con un asesino o defensor de asesinos. Obvio que en el primer caso me refiero a Pablo Iglesias. Y obvio que en el segundo me refiero al ominoso pacto con bildu para sacar adelante una ley de exigencia de responsabilidades a personas que sufrieron día sí y día también, cómo mataban impunemente a compañeros. Que la gente joven no tenga conciencia de ello se debe casi con seguridad a una incorrecta política de educación. Pero esa atenuante no es aplicable a un político como Pedro Sánchez ni a otros de su generación que lo vivieron en directo por los diarios informativos. Reconciliación puede suponer no remover el pasado, pero jamás legitimar lo execrable. Para mí, señor Iglesias, el solo hecho de haberse trasladado de un piso de Vallecas a una mansión de Galapagar le descalifica de por vida. Y usted Pedro Sánchez, después de lo de su apoyo a bildu para sacar adelante esa ignominiosa Ley, ya no tiene nada que decir… Ambos están descalificados por méritos propios. Son ustedes seres nulos de pleno derecho.