Tras un acto litúrgico en la Santa Iglesia Concatedral de San Julián, a las once y media de la noche de este Viernes Santo salían a procesionar las imágenes de San Juan y la Virgen de los Dolores junto a la Cruz Sudario, en el tradicional desfile de «Os caladiños». Procesión que tuvo que anularse en los años 2016 y 2018 a causa de la lluvia, aunque en este año el buen tiempo contribuyó incluso a que las calles de Ferrol estuviesen abarrotadas y mucho más la plaza de Amboage en la retirada del desfile procesional.
Junto a los cofrades figuraban, como es costumbre centenaria, tras el trono de la Dolorosa iban largas filas de mujeres y hombres portando velas de cera que alumbran el caminar de la María Santísima en un respetuoso silencio solamente roto por los compases fúnebres de los tambores que acompañaban a la Virgen, una hermosa talla del siglo XVIII, rodeada en su trono por centenares de rosas blancas.
En esta procesión fue particularmente numerosa la participación del Tercio de los Penitentes, que salieron en todos los desfiles de la hermandad y que está formado por fieles vestidos con túnica negra, capuz sin capirote, muchas veces descalzos y con cadenas o portando pesadas cruces a la espalda.
La imagen de San Juan estrenó este año su túnica verde, cosa que no pudo hacer el pasado año por la lluvia.
Tras recorrer en silencio, solo roto por el sonar de tambores y timbales, las calles de Sánchez Barcaiztegui, Magdalena, Tierra, Real, Méndez Núñez y plaza de Amboage fue precisamente en este lugar en donde se celebró un acto litúrgico, donde ante una multitud de fieles se realizó un auténtico homenaje a la Virgen en su Dolor. Después de dos intervenciones del coro «Diapasón» y el rezo a cargo del capellán de la Cofradía y párroco de Dolores, se cantó la Salve en honor a la Dolorosa finalizando con prolongados aplausos hasta que las imágenes fueron trasladadas al «corralón» anexo a la iglesia .