El pasado 18 de marzo, Sentimiento Ferrolano (SF) se presentó en sociedad y anunció su participación en las elecciones. Es verdad que la importancia de los candidatos y de los partidos locales es alta en poblaciones pequeñas, y se reduce conforme aumenta su tamaño, pero Ferrol actúa en muchos sentidos más como un pueblo grande que como una ciudad pequeña, porque con independencia del resultado, hay mucha cercanía entre los ciudadanos y la administración local, y también porque es difícil escapar al escrutinio de los numerosos medios informativos locales.
Su candidato a la alcaldía es Anicet Lavadroma, a quien tengo por una persona inteligente. Para mí no fue una sorpresa que habiendo sido jugador del OAR apoyase en 2007 y 2011 a Juan Fernández, pero sí me sorprendió más su posterior apoyo (aunque puntual y discreto) al PP en Madrid y Valladolid, porque le atribuyo un talante moderado. En la gestación de este nuevo partido ha jugado un importante papel Esperanza Soto, que ocupó el quinto puesto en la candidatura de Independientes por Ferrol en 2007 y 2011, por lo que es inevitable trazar una cierta continuidad ideológica.
Creo que SF superará el 5% de los votos siempre que sea más transversal, y tenga éxito en movilizar a parte de la abstención, porque ya hay muchos partidos faenando en el caladero de votos de la derecha. Es razonable pensar que puede obtener un 40% de sus votos del PP, otro 30% de los demás partidos, y el resto de la abstención, que en Ferrol es ocho puntos más que la media provincial y alcanza el 43%. Si esto es así el principal perjudicado sería aparentemente el PP, aunque podría ser una estrategia para que sus votantes descontentos recalasen en un partido con el que llegar a un acuerdo después del 26 de mayo.
A Sentimiento Ferrolano le benefician dos ideas bastante extendidas en nuestra ciudad. Una es que nuestros astilleros y nuestra base naval, están marginados en beneficio de Cádiz y de Cartagena. La otra es que un partido estrictamente ferrolano garantizará un mejor trato del gobierno central y de la Xunta de Galicia.
Fíjese el lector que yo no afirmo que tales cosas sean ciertas, sino que así opina parte de la población. La verdad es que somos una ciudad de pequeño tamaño, y que las negociaciones que parten desde una posición de fuerza están condenadas al fracaso, pero no faltarán quienes digan que los partidos de Ferrol son poco exigentes cuando los suyos gobiernan en Santiago o Madrid.
La presencia de unos astilleros públicos y de una importante base naval, unida a la ausencia de una economía diversificada, hacen de Ferrol una ciudad especialmente dependiente de las decisiones del estado, lo que aumenta la sensación de agravio.