(Manuel Molares do Val)-Desde que este viernes anunció la convocatoria de elecciones para el 28 de abril Pedro Sánchez dispuso de 17 días de ventaja sobre sus rivales porque desde el Gobierno y con el BOE puede decretar medidas, como la exhumación de Franco, antes de que, al disolver las Cortes, quede bajo control de la Junta Electoral Central.
Serán 17 días de populismo sin piedad contra el PP, Ciudadanos y Vox, en los que rivalizará –o no—con Podemos para presentar las iniciativas aparentemente más sociales y atractivas de su mandato.
De lo que cuesten no deberá preocuparse: si gana el liberalismo de Ciudadanos, que estuvo a punto de formar gobierno con el propio Sánchez hace dos años, la derecha del PP, y la duroderecha de Vox –no ultraderecha–, será este trío el que deba afrontar el pago de lo decretado.
En Andalucía ya están viendo que es casi imposible desmontar la estructura clientelar que dejó montada el PSOE.
Y si el propio Sánchez puede formar gobierno con ayuda de Podemos y con los separatistas, que esperarán reiniciar otro “round” hacia la independencia con quien no es su enemigo declarado, si Sánchez lo consigue, incrementará las medidas sociales pero con el coste de subir impuestos, reducir la creación de empleo y riqueza, aumentando la deuda exterior.
Repetirá el segundo mandato de Rodríguez Zapatero, ahogado porque la ruina se aceleraba: en mayo de 2010, y entre las medidas que apoyó ciegamente al diputado Pedro Sánchez, el gobierno, entre otras graves medidas de austeridad, redujo los salarios de los funcionarios el 5% y congeló las pensiones.
Y aceptó que sin esas y otras reducciones del gasto público el país aceleraba su ruina, en la que ya estaba con el 21,29% de paro y 4.910.200 desempleados.