Bruselas-Caracas-Barcelona

Gabriel Elorriaga

Por Gabriel Elorriaga F.
Se aproxima diciembre y seguimos sin saber si el Gobierno funcionará el año próximo con los Presupuestos Generales de Pedro Sánchez o con los de Mariano Rajoy. Sáncheztrajo desde Bruselas a la coruñesa Nadia Calviño para organizar la economía española conforme con las exigencias de la Unión Europea. Revestida de la autoridad de ministra de Economía la, hasta entonces, alta funcionaria de la Comisión Europea con notable experiencia en la materia, se dispuso a cumplir su misión armonizando las ideas de sus actuales compañeros de Gobierno con las normas sobre el déficit imperantes en la zona euro. Han pasado los meses sin que, sin embargo, sepamos si van a existir unos presupuestos generales que sean los convenientes para nuestra economía interior a la vez que compatibles con el rigor y la seriedad que se espera en Bruselas de una ministra tan cualificada.

 A estas alturas del año no sabemos si el Gobierno se siente en condiciones de presentar a las Cortes Generales unos presupuestos que pudieran ser aprobados por las dos Cámaras, por una de ellas sí y por la otra no, o por ninguna de las dos, mereciendo integrarse dentro del Acuerdo de Estabilidad exigido por la Unión Europea. Curiosamente, la propia ministra Calviño ha manifestado que la prórroga de los Presupuestos planeados por el anterior gobierno de Mariano Rajoy sería una opción posible que “no sería la primera vez que se utiliza”. Es decir, que lo mismo se podrían hacer unos Presupuestos de La Coruña que otros de Pontevedra. El plan A de Pedro Sánchez serían unos Presupuestos según Iglesias y el plan B unos Presupuestos según Rajoy.

El dilema no deriva de un mal entendimiento entre Bruselas y Madrid pues, para solucionarlo, se sobra Nadia Calviño sino de que tales Presupuestos deben contar con el visto bueno de los aliados de Barcelona y de Caracas que forman la mayoría parlamentaria en que se sustenta Sánchez. En Barcelona están Torra, Junqueras y al teléfono Puigdemont pidiendo cosas que “no tienen nada que ver con los Presupuestos”. Elemental, señora ministra, no tienen nada que ver con los Presupuestos pero sí con la estabilidad de Pedro Sánchez. Tampoco en Caracas tienen nada que ver con los Presupuestos del Reino de España pero Pablo Iglesias tiene que cumplir su compromiso de meter una cuña destructiva en el trasero iberoamericano de la aborrecida Unión Europea.

Este es el “triángulo de las Bermudas” en que naufragan los navíos de Pedro Sánchez sin que ninguna ministra de economía pueda salvarlo con la balsa salvavidas de su experiencia. El triángulo irregular Bruselas-Caracas-Barcelona delimita un ambiente peligroso para la navegación. En Bruselas comen cuando les apetece; Junqueras, en Cataluña, come a los horarios reglamentarios de la cárcel y en Venezuela, según el diputado de Podemos Iñigo Errejón, comen tres veces al día, que se supone que quiere decir que el hijo come por la mañana, el padre al mediodía y la mujer por la noche. No es posible poner de acuerdo tan distintas prácticas.

Ningún gobierno puede ofrecer estabilidad presupuestaria mezclando populismo intervencionista, nacionalismo separatista y mercado libre. Como tampoco era posible operar sobre el impuesto de las hipotecas sin tocar la financiación de las Comunidades Autónomas. Nadia Calviño se ha metido en un embrollo al cambiar su puesto tecnocrático en Bruselas por el caos ideológico que impera en la Moncloa. Los ingredientes sistemáticos y antisistemáticos no son compatibles a la hora de cuadrar las cuentas ni de resolver el embrollo en un plazo razonable. Comunismo, liberalismo y nacionalismo no componen un cóctel delicioso sino una pócima intragable. Parece mentira que siendo gallega no haya pensado esto antes de aceptar el cargo de ministra de Economía sin disponer de autoridad para hacer las cuentas de la casa dentro de la casa y sin contar con esos factores que “no tienen nada que ver con los Presupuestos”.

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