Francia y España tenían cuentas pendientes con Inglaterra, y vieron la posibilidad de saldarlas cuando las Trece Colonias se rebelaron contra la metrópolis en 1775. España suministró todo tipo de pertrechos necesarios para sostener el esfuerzo militar de los rebeldes. Fue una aportación más importante que la francesa, pero menos conocida y publicitada. Mis cálculos particulares dan el equivalente a 1.587 millones de maravedíes, unos 240.000 millones de euros.
Al principio se intentó mantenerla en secreto, pero fue descubierta por los británicos, que la toleraron para evitar una declaración oficial de guerra, que finalmente se produjo en junio de 1779. Incluso entonces, los gobernantes españoles continuaron ocultándolas en lo posible, temiendo con razón el contagio de las ideas liberales e independentistas en sus propias colonias americanas.
Para financiar parte de la ayuda, España emitió una moneda de 8 reales de plata con la efigie de Carlos III. Se denominó Spanish Dollar, y fue moneda de curso legal en el territorio controlado por los rebeldes.
Bernardo de Gálvez y Madrid, Diego de Gardoqui y Arriquibar, Juan de Miralles y Trayllón, y Luis de Córdova y Córdova.
El gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez y Madrid, fue el mayor apoyo español a la independencia de los futuros EE.UU. Expulsó a los británicos del golfo de México, y usó el Mississippi para avituallar al ejército de George Washington. Esto se hizo en buena medida gracias al empresario y naviero bilbaíno Diego de Gardoqui. Hace unos años, se colgó el retrato de Gálvez en el Capitolio, y se le concedió la ciudadanía honoraria.
Pero la acción militar española más decisiva, tuvo lugar en agosto de 1780, cuando Luis de Córdova capturó un convoy de 60 barcos británicos, que viajaban con suministros para la guerra, y más de 1.000.000 de libras esterlinas que aliviaron notablemente la tesorería española. Inglaterra no se sobrepuso a esta pérdida. Ese mismo año murió Juan de Miralles y Trayllón, amigo personal de George Washington, y representante español ante el Congreso de EE.UU. Al año siguiente se recuperó Menorca tras ochenta años de presencia británica, pero se fracasó en Gibraltar.
Españoles y franceses incrementaron ficticiamente la actividad en Ferrol y Dunkerke, para retener a parte de la flota británica en sus aguas territoriales, en previsión de un posible desembarco.
Prejuicios españoles, y favorable revisionismo histórico estadounidense.
Los españoles no valoramos en su justa medida nuestra aportación histórica, a veces por incomprensión, y casi siempre por un complejo de inferioridad que nos lastra. El cine de Hollywood contribuyó a crear esta imagen de españoles zafiosy perdedores, por lo que es una paradója que sean las instituciones académicas de EE.UU, las que lleven años revisando al alza el papel de España en América, tanto en relación con La Leyenda Negra, como en el papel jugado en su independencia nacional. Aquí, seguimos sin enterarnos.