Enrique Barrera Beitia
Donald Trump ha pedido a España que suba el gasto militar del 0.9 al 2.0% del PIB, recordando el compromiso adquirido por Mariano Rajoy de usar esta subida para mejorar el equipamiento. Esta exigencia no provocará a los ferrolanos tanto rechazo como al resto del país, donde una opinión pública muy pacifista, percibe el gasto militar como un despilfarro de recursos que sólo beneficia a los fabricantes de armas, mientras que para nosotros significa más empleo.
¿Cuanto dedica realmente España a gastos militares?
Debido a lo impopular que resulta en España, los gobiernos han camuflado parte del gasto militar en partidas de otros ministerios. Es el caso de los organismos autónomos (ISFAS, IVIE, INTA), que suman 1.181 millones. También se recurre a la ampliación de crédito para falsos imprevistos, como las misiones en el exterior, que terminan sumando 1.100 millones de €, y no los 314 presupuestados.
En resumen, el gasto real en 2016 fue de 7.700 millones de € y no de 5.800, y este año asciende hasta casi 20.000 millones, el 1,67% del PIB. Parece un salto enorme, pero lo que en realidad ha ocurrido, es que el Tribunal Constitucional ha prohibido incluir en los ministerios de Industria y Hacienda las partidas dedicadas a adquirir armamento.
¿Gasto inútil?
No se trata de escribir un artículo oportunista para beneficiar a los astilleros de Ferrol, pero es frecuente escuchar críticas contra el “complejo militar”, como si fuera un parásito que roba recursos económicos a la sociedad. En realidad, la investigación militar, ha permitido la transferencia a la sociedad civil de sus logros tecnológicos (radar, GPS, internet, telecomunicaciones por satélite, etc), estimulando el crecimiento económico, y haciendo la vida más fácil; no se trata sólo de pagar el sueldo a los militares y comprar armas y munición.
Un ejercito profesional con un armamento adecuado no debería ser motivo de rechazo social. Harina de otro costal es si debe haber o no un euro-ejército, si en caso de haberlo debería substituir a la OTAN o actuar complementariamente, y sobre todo, si hay o no que oponerse a las aventuras militares en que estos caballeros nos han embarcado (Irak, Yugoeslavia, Libia…).