Insoportable levedad

Gabriel Elorriaga F.-Tras tres semanas silentes, y unos exteriores con mascota y jardines, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez recibió en el salón de columnas del Palacio de la Moncloa a dos profesionales de plantilla de RTVE para recitar, ante ellos, las contestaciones sin réplica de un cuestionario previsible. No es un tiempo cualquiera el que está discurriendo en estas semanas. Es un tiempo de gestos públicos buenistas y señales privadas equívocas. En este tiempo problemático Sánchez ha dicho dos cosas claras. La primera que no promovió la moción de censura para ir a unas elecciones sino para quedarse dos años sin necesidad de tener en cuenta la opinión pública. Segundo que es necesario reconciliar a los españoles consigo mismos por el procedimiento de abrir alguna tumba. Sin planes realistas de gobierno y con inversiones en propaganda demagógica cree posible mantener una estabilidad sin mayorías gracias a unos métodos de publicidad sin debate. Con gestos sin cálculo presupuestario aprovechando el vacío creado en el sistema parlamentario por una oposición entretenida en querellas de herencia va a afrontar un verano muerto y ocupado el vacío provocado por una dimisión tardía de Rajoy.

A esta situación se ha llegado coincidiendo con una oleada de cambios que alteran la imagen de España más allá de la política. Cesa el presidente de El Corte Inglés, cesa el entrenador de la Selección Nacional de Futbol, cambia el entrenador del Real Madrid y regresa el CNI al Ministerio de Defensa de donde nunca debía haber salido. También tuvimos dos ministros de Cultura y Deporte con el único factor común de su indiferencia por el gran fenómeno cultural y social que es el deporte en España. Cesó el primer ministro por antiguas cuentas saldadas con Hacienda pero consideran que otro investigado, ayer “imputado”, no tiene cuentas con la justicia. Los únicos tres ministros del Gobierno que ostentan representación parlamentaria renuncian a sus escaños para dedicarse, en “dedicación exclusiva” a su tarea administrativa. Sorprendente decisión en un sistema democrático en el que la labor parlamentaria, tanto del Gobierno como de la oposición, es el escenario principal de la política. Para gobernar a golpe de “decretazo” no es necesario hacer vida parlamentaria como mandan los usos democráticos. Lo que necesita el Gobierno no son ministros con capacidad parlamentaria sino suplentes atornillados al escaño para no perder ninguna votación antes que representantes del pueblo. En vez de Meritxell Batet vendrá Mohamed Chaid lo que no deja de ser una oportunidad para hacer desaparecer del hemiciclo un apellido militar ominoso para los separatistas y hacer notar un perfume islámico. Memoria histórica con paso cambiado.

En Ceuta y Melilla dicen que van a retirar alambradas disuasivas para sustituirlas por medidas más eficaces que, por el momento, nadie sabe en qué consisten pero lo que sí se sabe es que no se ha tratado nada con Marruecos a donde no parece tener prisa en ir Sánchez, rompiendo la tradición de visitar lo primero al vecino más próximo. Quizá, de ahora en adelante, las fronteras deberán ser custodiadas por sicólogos que distingan si el talante de los visitantes es de refugiados, de emigrantes irregulares o de visitantes que desaparecen a la hora de cenar. El antiguo pesquero “Aquarius” llegó a Valencia apoyado por dos escoltas italianos, tras un azaroso crucero por el Mediterráneo que solo demostró que dicho barco no estaba preparado para salvar vidas sino solamente para actuar como simple transbordador desde los lanchones de los traficantes de carne humana a la isla más próxima. No se sabe si los gestos e imágenes de que se ha beneficiado el ex pesquero francés con ¿bandera? de Gibraltar continuarán beneficiando a cualquier otra embarcación de este estilo que aparezca en el futuro o a cada patera que llegue desde el Magreb.

El Banco de España ha dado unas primeras señales de alerta sobre la economía y los separatistas encastillados en la Generalitat avisan cada día cuál es su concepto del diálogo interterritorial: reabrir “embajadas”, destituir al jefe de los Mossos por colaborar con la legalidad y poner en camino una presunta “ley” para investir a Puigdemont por videoconferencia. Estas señales no alteran el optimismo del líder de Podemos discretamente invitado el primero a La Moncloa. Es una consecuencia evidente de que ochenta y cuatro diputados entre trescientos cincuenta es muy poco peso para mantener estable a un Gobierno que no quiere afrontar consultas electorales. Máxime cuando los miembros del Gobierno consideran preferente el ejercicio ambulante de propaganda que la dedicación al equilibrio parlamentario. Da la impresión que el objetivo principal de Pedro Sánchez es prolongar cuanto sea posible este “dolce far niente” político. Los niños consentidos de Cataluña ya han notado que los vigilantes de la escuela se hacen los distraídos. Con esta insoportable levedad Sánchez pretende entretener a los españoles hasta el año 2020. No sabemos cuántos reportajes palaciegos pensará dosificar el director de imagen del presidente para mantener la impresión de un país tranquilo en el que la perra “Turca” se convierta en un personaje más conocido que el ministro de Hacienda. No sabemos hasta dónde los independentistas se moderarán a base de camisetas. Con estos materiales no parece posible construir un país mejor al gusto de los habitantes de La Moncloa.

Pero, por debajo de esta impresión de insoportable levedad con la que Sánchez intenta disfrazar la situación, la verdad es que el país ha entrado en una dinámica de cambio por cuenta propia que se está llevando por delante muchas previsiones superficiales. Se siente un fondo de movimiento social para el que Sánchez con su perrita “Turca” va a resultar más antiguo en siete meses que Rajoy en siete años.

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