(CD)-Un suboficial de la Armada ha sido condenado a un año y diez meses de prisión militar por un delito de atentado contra medios de la defensa nacional. El sargento quería evitar ser enviado a aguas de Somalia a bordo del patrullero Infanta Cristina y trató de sabotear la maquinaria del buque para bloquear su partida.
Los hechos se remontan a noviembre de 2014, pero no ha sido hasta hace unas semanas cuando el Tribunal Militar Territorial Primero de Madrid ha impuesto una pena de un año y diez meses al sargento. Una condena basada en los artículos 27 y 82 del Código Penal Militar, que recogen el delito de atentado contra medios o recursos de la seguridad nacional y delito contra el patrimonio.
Por aquel entonces, el sargento se encontraba destinado a bordo del patrullero de altura ‘Infanta Cristina’, empleado en el servicio de guardia. La dotación del buque se encontraba por aquellos días ultimando los preparativos para ser desplegada en aguas de Somalia y del golfo de Aden en la misión Atalanta contra la piratería.
Mientras estaba amarrado en el puerto de Cartagena para realizar labores de mantenimiento previas al despliegue, y aprovechando un turno de guardia, el suboficial aprovechó para introducir una llave de tuercas de grandes dimensiones y un punzón en los dientes de los engranajes de la reductora, un mecanismo que forma parte del sistema de transmisión del buque.
Para ocultar sus pasos, sabiendo que su actuación había quedado registrada en el sistema de videovigilancia del buque, el sargento accedió al centro de control para desatornillar el disco duro en el que se almacenan las imágenes, arrancó el módulo secuenciador de la cámara de control central y arrojó ambos dispositivos al mar.
Apenas 48 horas después, personal del buque detectó la incidencia en el sistema de video vigilancia. Tras ponerlo en conocimiento de sus superiores se ordenó una revisión completa del buque, hallándose de esta manera las herramientas introducidas entre los dientes de los engranajes para provocar una avería grave –el buque no llegó a moverse durante esos días, por lo que se evitó el daño-.
Fue el propio sargento quien confesó voluntariamente ante su superior, un día después del hallazgo, que había sido él quien había provocado el intento de sabotaje. Su objetivo, como admitió, era evitar que el buque pudiese zarpar hacia su misión y así ‘salvarse’ él mismo de ser desplegado en la misión Atalanta.
El buque finalmente partió desde Cartagena hacia el Océano Índico el 18 de febrero de 2015, cumpliendo su misión –liberó a dos pesqueros secuestrados- durante los seis meses que estaba previsto por el mando de la Operación Atalanta.
En la pena de un año y diez meses han mediado varios atenuantes, como el de la confesión voluntaria y el de alteración psíquica.