Este sábado «La judía de Toledo», de Lope de Vega, en el Pazo da Cultura de Narón

La Compañía Nacional de Teatro Clásico y Micomicón presentan este sábado, día 4, a las 20.00 h. en el Pazo da Cultura de Narón «La judía de Toledo» de Lope de Vega. Una obra de política, amor y poder
Un drama político

Laila Ripoll se encarga de la versión y dirección de «La judía de Toledo» una comedia de Lope de Vega prácticamente inédita en nuestros escenarios. Un drama político donde los hombres de poder se comportan de manera reconocible en muchas actitudes que se pueden ver hoy.

El reparto lo forman Elisabet Altube, Teresa Espejo, Manuel Agredano, Marcos León, Mariano Llorente, Federico Aguado, Jorge Varandela y Ana Varela.

Sinopsis

F. Aguado (rey Alfonso) y Ana Varela (reina Leonor) en La judía de Toledo.

«La judía de Toledo» es la primera manifestación dramática de los amores entre Alfonso VIII y la judía Fermosa, llamada Raquel aquí por vez primera. Lope, una vez más, se convierte en el iniciador de un asunto teatral que traerá cola.
Un rey que pretende ser tan solo un hombre, un monarca que abandona la política para dedicarse a sus intereses personales, un país desgobernado, en crisis, sumido en el abandono y con un peligro a las puertas. Tragedia amorosa, pero también y, sobre todo, una tragedia política en la que es inevitable encontrar resabios contemporáneos.

Y Toledo siempre de fondo, con su río omnipresente y sus tradiciones añejas y ancestrales. El Corpus Christi flanqueado por mujeres de peineta y mantilla, uniformes, olor a incienso y balcones engalanados. Un seco Zuloaga con el alcázar al fondo, pero también toda la jugosa sensualidad de Romero de Torres.

Un texto complejo

Laila Ripoll señala que «La judía de Toledo» es un texto complejo, como complejo queremos que sea el espectáculo, como complejo es el momento que estamos viviendo, como compleja es la situación que nos rodea.

Desprende este texto una tremenda fuerza poética; sugestiva, embriagadora, perturbadora. Hay escenas, pasajes, momentos, frases… que no se pueden olvidar. Y estamos seguros de que puesto en un escenario puede crecer y provocar toda una catarata de sensaciones.

Hay sombras que cantan en la oscuridad, que cantan el peligro, que se abren paso entre los rayos y los relámpagos y el viento. He aquí el mundo de lo inexplicable, el mundo de lo mágico. He aquí la almendra del dolor, la profecía siniestra, el miedo en los huesos, el olor de la muerte.

Hay también, como siempre que aparece el mejor Lope, una mirada honda a la gente de abajo, a la gente que labra la tierra, la que canta mientras trabaja, la que conoce y distingue el canto de los pájaros y las hojas de los árboles, pero también los infinitos pliegues del corazón humano.
Nadie duda un solo segundo de quién tiene que morir. Tragedia política, tragedia terrible, brutal, implacable, cruenta.

Y después de la sangre todo vuelve a la normalidad. Así de fácil. Otra vez la eterna cuestión a la que nos enfrentamos cuando abordamos un texto clásico: ¿está de acuerdo el dramaturgo con la solución que plantea o por el contrario pone delante del espectador algo contra lo que él mismo se revuelve?
Qué canalla es Lope de Vega! Primero nos enamora, paso a paso, lentamente, y después nos golpea violentamente.

«La Judía de Toledo» es un drama político donde los hombres de poder se comportan de manera reconocible en muchas actitudes que podemos ver hoy. Y eso nos interesa. Y nos inquieta.
Este texto encierra muchas preguntas que nos gustaría que quedaran en el ambiente cuando el espectador salga del teatro.
Hay en este texto espléndido un espectáculo posible lleno de lecturas complejas, momentos desconcertantes, deslumbrantes de belleza, inquietantes.

Lope en estado puro. El mejor Lope. El Lope que amamos, el que siempre reclama un lugar en los escenarios»

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