En su cita anual con el Parlamento Europeo el Presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ha realizado un discurso ciertamente más esperanzador que el del curso político del pasado año.
Tras plantearnos a principios de este año cinco posibles escenarios para la Unión y sin que escogiera ninguno, el pasado miércoles 13 de septiembre nos sorprende con un sexto escenario que sería su elección para el futuro de la Unión.
En esta visión que sería la de “una Europa más unida, más fuerte y más democrática para 2025”. Para ello, plantea cinco áreas de actuación para estos próximos tiempos: el comercio, la industria, el cambio climático, los ciberataques y la inmigración.
Recuerda que Europa es un proyecto de valores como el Estado de Derecho, la solidaridad, la igualdad entre Estados miembros grandes y pequeños, Este y Oeste, Norte y Sur, etc.
Propone medidas que los/as federalistas llevamos proponiendo desde hace tiempo como el fortalecimiento de la democracia a nivel supranacional cuando dice “la democracia europea se merece algo mejor”, la creación de una lista trasnacional para las próximas elecciones europeas aprovechando los 25 asientos vacíos que dejan los/as europediputados/as británicos, la nueva posición política de Ministro/a de Economía (aunque no deja claro que claro que el Ministro de Hacienda de la UE será encargado no sólo de la coordinación de la política económica sino también de la aplicación de un CEM y de los programas de acuerdo con un presupuesto de la zona euro), la Unión bancaria, el rol más definido de la UE como actor global o el cambio del uso de la unanimidad a la mayoría cualificada en ciertas áreas. También, la creación de un apartado específico en el presupuesto de la Unión para la zona euro que, no obstante, debe estar separado del presupuesto general de la Unión para evitar cuestiones de legitimidad democrática.
En su discurso desdice a Macron afirmando que no es necesario un presupuesto para la eurozona y con la de un parlamento para la zona euro.
Y se dirige a Turquía cuando dice “liberen a nuestros periodistas”.
Cree que el espacio Schengen debe abrirse a Bulgaria y Rumanía y permitir que Croacia se convierta en miembro de pleno derecho una vez que cumpla todos los criterios.
Ahora bien, su discurso es demasiado optimista cando da por finiquitada la crisis económica olvidando las altas tasas de paro juvenil o cuando presenta como buena la gestión de la llamada crisis de refugiados afirmando el éxito del acuerdo de la UE con Turquía y obviando la respuesta de los Estados Miembros al reparto de las cuotas acordadas y por ende, a la obligación de auxilio asumida a nivel internacional.
Además, obvia citar el llamado Pilar Social que la Comisión ha propuesta para su reflexión este año.
También es un gran error excluir del corto plazo la reforma institucional necesaria para dotar a la Unión de mayores capacidades jurídicas para hacer frente a los desafíos del futuro. Su propuesta de fusionar los roles de la Comisión y del Presidente del Consejo daría lugar a un debilitamiento de la naturaleza supranacional de la UE y reforzaría el papel del Consejo frente al Parlamento Europeo.
En definitiva, a mí me parece que Juncker intenta convencerse, porque sabe que no queda otro remedio de la necesaria implementación de medidas federalistas, pero ni quiere pronunciar esta palabra y sabe que los Estados miembros, pese a todo, siguen exponiendo sus resistencias a salir de la foto. Por tanto, este es un paso más en la orientación que debe guiar el futuro de la Unión pero no del todo a la espera de lo que se llama “voluntad política” de los/as políticos/as nacionales.