Recientemente me preguntaban qué significaba para mí identificarme como una “europea convencida” y yo, en modo automático, contesté “por que creo en una Europa federal”, la cara de estupefacción de la persona que me estaba preguntando le llevó a volver a preguntarme “¿y eso qué significa?”, brevemente y de forma muy desorganizada le expliqué lo siguiente:
Creo que es necesario crear una estructura política a nivel supranacional, una estructura federal que nos permita seguir identificándonos como españoles y que, al mismo tiempo, nos permita afrontar de mejor manera los retos que nos trae este siglo. Es decir, dotarnos de un gobierno con las mismas competencias que tiene un gobierno federal en un estado federal.
Ese gobierno ya existe, es la Comisión Europea, pero no tiene las competencias ejecutivas que debería, sino que el Consejo Europeo (la representación de Jefes/as de Estados y de Gobierno) también actúa como gobierno con respecto a algunas competencias. Tras reorganizar esta situación siguiendo la teoría federalista, la Comisión será plenamente un gobierno y el Consejo Europeo, un senado (una representación de los Estados miembros de la UE).
Es imprescindible la conclusión del llamado proyecto de integración de la Unión Europea, que no es otra cosa que un proyecto que tiene como fin la creación de una unión política europea, es decir, un gobierno federal. Para ello, es necesaria la convocatoria de una convención constituyente que dé lugar a un nuevo texto constitucional para toda la UE en el que se establezca un sistema de organización federal.
Su conclusión traerá una estructura más democrática y legitimada.
Reforzar la democracia a nivel europeo significa que las dos cámaras legislativas del Parlamento Europeo y del Consejo deben ponerse en pie de igualdad. El Parlamento Europeo ha ido ganando poder en cada reforma de los tratados y el Tratado de Lisboa le ha colocado en una posición ciertamente potente en relación al Consejo Europeo, pero debe de dotarse de mayor capacidad para jugar el papel que un Parlamento juega en un sistema federal.
La composición del Parlamento debe ser determinada por reglas lógicas, transparentes y comprensibles sobre la base de la población de los Estados, respetando el principio de proporcionalidad decreciente. Con el fin de crear verdaderos partidos políticos europeos y aumentar la dimensión política de la UE, un cierto número de diputados debe ser elegido en una circunscripción paneuropea a partir de listas transnacionales. El Parlamento debe obtener el derecho de consentimiento a los cambios en los tratados y a la adhesión de nuevos Estados.
Por otro lado, establecer una estructura europea más legitimada se refiere a crear procedimientos flexibles y democráticos para las futuras enmiendas a los tratados, que deberían entrar en vigor una vez ratificadas por una mayoría cualificada de los Estados y de los miembros del Parlamento Europeo, o si se llevaran a cabo en un referéndum paneuropeo por mayoría de los Estados y los ciudadanos. Dichos cambios pondrán a la UE en armonía con todas las demás organizaciones federales o internacionales.
Si vamos a los ejemplos prácticos y quizás más visuales que toda la teoría expuesta, ir hacia una estructura federal europea significa establecer una Unión fiscal y económica y una verdadera política de exteriores de la Unión.
Por un lado, la zona euro debe tener su propia capacidad fiscal capaz de contribuir a la estabilización macroeconómica. En el gobierno federal sería imprescindible crear la figura de la Secretaría del Tesoro. El presupuesto de la UE debería financiarse con recursos propios genuinamente autónomos, como los impuestos sobre las emisiones de carbono o las transacciones financieras que, al alejarse del actual sistema de contribuciones nacionales directas, permitirán al núcleo federal escapar de la parálisis del justo retorno.
El nuevo tratado debe permitir la mutualización progresiva al menos de una parte de la deuda soberana dentro de la eurozona, sujeto a estrictas condicionalidades. Debería levantar la prohibición de financiar el déficit y asegurar que la deuda federal esté sujeta a límites comparables a los impuestos a los estados. Además, deben modificarse las actuales normas de unanimidad para las decisiones sobre recursos propios y el marco financiero plurianual.
En cuanto a la política de Exteriores de la Unión, ésta no será el actor global que aspira a ser a menos que sus Estados hagan un compromiso político más serio para desarrollar políticas comunes de seguridad y defensa lideradas políticamente por lo que llamamos a nivel nacional un/a Ministro/a de Exteriores o a nivel europeo un/a Alta Representante para los Asuntos de Exteriores y de Seguridad de la Unión. Pasar de la mera coordinación al ejercicio de la competencia completa es condición sine qua non para la creación de una verdadera estructura federal europea.
En fin, estas son las razones, de manera muy resumida, que me hacen ser una europea convencida, una federalista europea.
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