Ferrol, un estado de ánimo

Enrique Barrera Beitia

«Clamé al gobierno, y no me oyó.
Mas, si sus puertas me cierra,
de mi traspiés en Ferrolterra
responda el gobierno, no yo».

Lo mejor que nos podría pasar a los ferrolanos es renegar de nuestro permanente estado de ánimo, un bucle negativo y victimista que nos impide ver la causa real de nuestra decadencia. Somos como un equipo de fútbol que culpa de su mala clasificación a los arbitrajes, negándose a reconocer que tiene una plantilla poco competitiva.

Nos negamos a reconocer la caducidad del marco historico en el que nació Ferrol, por y para el estado, una base naval y unos astilleros en plena periferia peninsular, demasiado aislados, demasiado especializados y demasiado vulnerables.

Los ferrolanos añoramos los años sesenta y setenta cuando construíamos muchos y grandes barcos, pero no queremos reconocer que los construíamos de manera ruinosa, con pérdidas que se cargaban a los presupuestos del estado.

El petrolero Arteaga. Cuantos más barcos construía ASTANO, más pérdidas acumulaba. Finalmente tuvo que ser salvado por el INI (Instituto Nacional de Industria)

ASTANO estaba en quiebra en 1979 y fue rescatada por el estado, que compró el astillero. Poco antes de hacerlo, sus gestores y accionistas aumentaron el capital en 3.500 millones de pesetas para dar un pelotazo espectacular. Sin embargo, recordamos agradecidos a quienes inflaron esa burbuja y maldecimos al gobierno que dejó de subvencionarnos, entre otras razones porque tal práctica esta expresamente prohibida por la UE.


El cuartel Sánchez de Aguilera, una de las instalaciones que albergaban a miles de reclutas

También añoramos los tiempos del servicio militar obligatorio, cuando no hay ninguna razón de estado para que se restablezca. Fue una decisión perjudicial para Ferrol, porque la ausencia de miles de reclutas cerró comercios y actividades económicas en nuestra ciudad, pero ¿fue una mala decisión para los españoles?

Nuestra mentalidad estatista navega a contracorriente de los tiempos actuales, de manera que generamos menos emprendedores que la media estatal. Tenemos una empresa por cada diecisiete habitantes, mientras que en España hay una por cada catorce. Son 713 empresas menos, y bastantes parados más ¿A qué gobierno o alcalde echaremos la culpa de esto?

En realidad, las únicas criticas que están plenamente justificadas son las del retraso en conectar Ferrol con la autovía del Atlántico. Eso si que penalizó, y mucho, la instalación de empresas. Así que haremos bien en abandonar nuestro victimismo, y reconocer que tenemos que gestionar de la mejor manera posible una ciudad a la baja, diversificando nuestra economía y apoyándonos en nuestros puntos fuertes para tener la mejor calidad de vida posible.

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Un comentario

  1. Absolutamente de acuerdo. Viniendo de alguien de izquierdas me parece loable que se nos llame a reconocer que hemos pecado de «estatalismo». Más de acuerdo todavía en el tema de las infra-infraestructuras (valga el palabro). Con una conexión ferroviaria buena y avanzando en la intermodalidad y conectividad entre los terrenos industriales, las radas de nuestro puerto y los aeropuertos de la provincia podremos mejorar en lo relativo a la dependencia de los presupuestos del estado. Lo positivo es que las actuales generaciones en edad de trabajar ya no han vivido chupando de la gran teta, por lo que la mentalidad está cambiando a marchas forzadas.