Nuevamente con la Filarmónica

Julia Mª Dopico Vale.

Un concierto de la flamante Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por Andrés Salado, uno de los más prometedores conductores de orquesta del panorama actual español, fue la propuesta musical que pudimos disfrutar en el Auditorio de Ferrol la pasada semana gracias a la iniciativa de la Sociedad Filarmónica Ferrolana, que continúa con su intensa e interesante programación anual.

Un concierto marcado por la contemporaneidad en cuanto a la elección de repertorio, entre autores que un día constituyeron la “vanguardia” que buscaba nuevos postulados y doctrinas musicales frente a los “clásicos” a los que el gran público está habitualmente, más acostumbrado.

Así, en la primera parte del concierto escuchamos del compositor de Brooklynd, Aaron Copland, autor que afirmaba que “ la música que nace compleja no es intrínsecamente mejor, ni peor aquella que nace sencilla”, defensor de la “música moderna” en la que resalta el espíritu del jazz, escuchamos, decía, la Fanfarria para un hombre corriente, una obra destinada a honrar a los soldados caídos en la II Guerra Mundial-catastrófico acontecimiento que paradójicamente hace encabezar un nuevo capítulo de la historia de la música- ; compases poderosos y valientes, magníficamente interpretados por un potente cuerpo de metal, firme sobre la percusión con un carácter contundentemente épico. Después, el Concierto para Violonchelo Nº 2 del argentino Alberto Ginastera, uno de los compositores más conocidos fuera de su país, en el que a través de tres movimientos el violonchelo solista de Asier Polo Bilbao, destacadísimo intérprete de su generación, hizo gala de una técnica impecable, de una inmensa capacidad expresiva y de un elaborado virtuosismo que la misma obra requiere, mostrando todas las posibilidades del instrumento con su exigencia y su manera elocuentemente explícita y contundente en el brillante final.

Ya en la segunda parte, el Concierto para Orquesta del polaco Witold Lutoslawski, compositor conceptuado por muchos el más eminente de su país después del romántico Chopin, sobrino, según reza el programa de mano, de la escritora y periodista coruñesa Sofía Casanova, nominada en la candidatura del Premio Nóbel de Literatura; un compositor que sigue las influencias de Bartok, que bebió de la inagotable fuente de la tradición popular, si bien, en el caso de Lutoslawski abandona progresivamente el material folklórico a medida que desarrolla la técnica, encontrándose así éste tan sólo de manera subyacente. Marca en su estilo ricas texturas, construye armonías sobre pequeños intervalos, amplía la aleatoriedad a la concepción rítmica y hace sólida una estructura en la que el artista muestra el profundo conocimiento sobre las posibilidades de la gran orquesta, transportándonos con el mismo diseño temático a climas absolutamente diferentes, contrastantes, transformadores y elocuentes aproximándonos a su propio pensamiento y sentimiento, en lo que él mismo llamaba “pescar almas”. Difícil?, extraño?, inusual?, diferente? . Sí, pero también profundamente interesante y necesario.

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