Dice el poema que «La muerte / es el alquimista/ de nuevas auroras/ en donde nos desvestimos/ de los títulos/ para que iguales marchemos/ a florecer en el olvido/…» Aunque en este caso, no habrá olvido, para un ilustrado pintor, todo terreno, toda vitalidad, rica comunicación y abierta cordialidad. Así era TINO POZA (3 de abril de 1959)
Nadie podría presagiar tan súbito óbito, debido a un infarto, ocurrido en el inicio de diciembre, ya que como bien sabíamos los que lo conocíamos, además de ser una persona alegre y cordial, estaba pleno de vitalidad en un corpachón alto y robusto, siempre ilusionado en proyectar y efectuar nuevas referencias culturales y artísticas, hombre de vigorosa solidez en su pintura y de una gran fuerza de comunicación henchida de cualidades humanas, demostrada con creces en cuanta institución o asociacion rozó, y que ahora ha dejado lamentablemente, aún joven, cuando todavía le quedaban muchísimas y descollantes etapas para cumplir. Descanse en paz nuestro colega y amigo./ Carlos Barcón, pintor.