Julia Mª Dopico Vale.
Una gran sinfonía, un gran director y una gran orquesta fueron la última propuesta musical que la Sociedad Filarmónica Ferrolana presentó en el Auditorio el pasado jueves en lo que se convirtió en un concierto histórico, pudiendo escuchar la Octava Sinfonía de Bruckner en Do menor, calificada como la «sinfonía de las sinfonías» o «cumbre de la sinfonía romántica»; la más monumental del compositor austríaco autodidacta- «hombre sencillo de monumentales sinfonías»-, que comienza a escribir su maravillosa música entrados los 40 años, un devoto de Wagner, si bien la admiración era mutua , ya que éste a él se refería diciendo: «Bruckner!. Ese es mi hombre!» capaz de realizar un recorrido titánico con sus nueve sinfonías de enormes dimensiones, creadas con el espíritu de gigantismo que caracteriza a la música germana de «fin de siglo».
Solemnidad, grandilocuencia, poder descriptivo y espiritualidad encontramos en esta música en la que se expresa la lucha del hombre, con sus derrotas y sus esperanzas a través de impresionantes efectivos orquestales que transcurren a lo largo de sus cuatro movimientos: El Allegro Moderato, donde se plantea el tema principal que desprende una impresión de trágica desesperación que se revela en la coda final en impresionante pianíssimo mantenido sobre los timbales; el Scherzo, de nostálgica expresión; el inmenso Adagio, de contrastes expresivos, tensión, relajación y subyugantes movimientos en la cuerda y el Finale, «solemne y sin precipitación», fuerte y pleno en su exposición, de inigualable arquitectura contrapuntística- «Bruckner meditaba acerca de los acordes y las asociaciones de acordes, como un arquitecto medieval en el camino que habría de llevarlo al Reino de Dios» -, en algo que no tiene equivalencia en la historia de la sinfonía.
La «Orquesta Sinfónica de Galicia», entregada, profundamente profesional- no en vano se trata de una de las agrupaciones de mayor proyección nacional e internacional-conducida magistralmente por el mítico compositor y director finlandés Leif Segerstam, «incansable paladín de la música escandinava», como reza en su galardón del “Premio de la Música del Consejo Nórdico», hicieron posible este concierto de música impregnada de melodías espontáneas, importantes tímbricas instrumentales, pasajes contrastantes, impresionante grandeza rítmica….que la llevan a situarse entre una de las sinfonías más elevadas y sublimes de la literatura orquestal.
Un gran concierto dentro de la temporada de la Filarmónica Ferrolana que va «in crescendo» en cada propuesta musical.