El mandato municipal de Ferrol se inició con un gobierno de coalición de izquierdas y unidad popular condicionado por la falta de mayoría en el Pleno y los objetivos principales de remunicipalización de servicios públicos y participación ciudadana.
Era previsible que esa falta de mayoría provocara inestabilidad por la izquierda ya que el BNG está confrontado con Anova, integrante de Ferrol en Común. También estaba prevista la inestabilidad interna del gobierno por egos irreconciliables con el cumplimiento de acuerdos, denominador común en la ruptura del gobierno Irisarri-Díaz y del inestable de Suárez-Sestayo.
En primer lugar, La gestión política equivocada de confundir cómo se gestionan los servicios municipales esenciales, totalmente públicos o con participación privada, con el servicio que se presta a los ciudadanos está llevando al efecto contrario del deseado. La incapacidad política en la toma de decisiones se traduce en continuar esa gestión con intervención privada sin contrato por ausencia de procesos de selección a los que obliga la ley. Me refiero al contrato de residuos sólidos urbanos o al de energía eléctrica que ya el PP consumió casi todo su mandato sin contratarla con anulación de una licitación anterior. En definitiva, se está cayendo en una falta de transparencia política y de gestión preocupante.
Luego, la ausencia de proyecto presupuestario conocido por los vecinos y los grupos políticos que van votarlos en el Pleno pone en entredicho aquel objetivo de fomento de la participación ciudadana.
Por último, el espectáculo de continuos desencuentros entre ediles desanima a una sociedad ávida de soluciones a sus problemas. El último, la constancia de que no hay proyecto de presupuestos por falta de acuerdo interno en la gestión de servicios públicos.
Llegados a esta situación, el gobierno municipal debe pensar cómo afrontar los próximos tres años restantes de mandato. Es evidente que esta orientación hace daño a sus actores, Ferrol en Común y PSdeG-PSOE, pero sobre todo a los ciudadanos que asisten perplejos a esta política movediza y a la incapacidad de gestión de los asuntos públicos. Un gobierno de coalición tiene sentido para dar estabilidad política a la Institución pero la coalición Ferrol en Común-PSOE no suma votos suficientes en el Pleno para alcanzar mayorías y, reconociendo las dificultades, no se aprecian esfuerzos para alcanzarlos probablemente por los desencuentros internos que transmite. Es hora de recapacitar y pensar si continuar con la coalición o explorar las ventajas de un gobierno en solitario de la segunda fuerza política en el Concello, Ferrol en Común, que pueda centrarse en la búsqueda de acuerdos plenarios para desatascar la indeseada situación actual, con un Partido Socialista, tercera fuerza política, velando lealmente desde la oposición por los intereses públicos. Para conseguir esto último, como parte de la familia socialista no eludo la responsabilidad que tenemos de corregir el haber elevado a relevante dentro del PSOE en Ferrol la irrelevancia política y social caracterizada por una actitud posh y la práctica del dicterio que desploma a un Partido histórico.
No sé exactamente a que se refiere con lo de la actitud posh y con lo de la práctica del dicterio. Lo único realmente cierto es que políticos de uno y otro signo gestionan lo público en base a intereses partidistas y tirando a sectarios, con claros sesgos hacia las alas de sus bases ideológicas. Lo que necesita la ciudad no es un alcalde con la cuarta parte de los votos que rebosa buenas palabras y ninguna actituo o aptitud para desempeñar su puesto. Ferrol tiene muchas potencias que han ido asentándose con el paso del tiempo, y todos los partidos que quieran el bien de la ciudad deberían trazar líneas verdes en los mismos, y no rojas en los otros. Ya está bien de egos y de tonterías: Todos deben celebrar,fomentar, exigir, pelear… por el naval; todos deben remar juntos por que Ferrol sea patrimonio mundial, todos deben poner todas sus ganas en la rehabilitación del patrimonio histórico, todos deben promocionar EXPONAV, el Museo Naval, la SGHN, las Pepitas, la Semana Santa, las Meninas, el modernismo, la SAF, el Concurso Inernacional de Piano, las ferias… y dejar de tirarse trastos a la cabeza por cosas que a los ciudadanos, como norma general, nos importan poco o nada. Les recomiendo que dejen de mirarse el ombligo y empiecen a valorar el porqué de la desafeción ciudadana.
Actitud posh: postureo. Práctica del dicterio: insultar. Por lo demás, totalmente de acuerdo con usted (excepto con lo del naval, hay que mirar más allá, creo yo) y con el articulista.