En mayo de 2012, creía que François Hollande actuaría como contrapeso de Ángela Merkel. Me decepcionó, aunque tras la crisis griega, parece que se ha decidido a hacer valer el peso real de Francia, que es mucho. Su propuesta es avanzar en la unión fiscal y social de la UE, con un salario mínimo común, un impuesto armonizado de sociedades para evitar la discriminación laboral y fiscal, y un gobierno económico común para la eurozona. El PSOE y el gobierno italiano de Mateo Renzi han manifestado su apoyo a esta estrategia.
La socialdemocracia europea se mueve por fin y lo hace en la dirección correcta, porque al haberrenunciado a las monedas nacionales por el euro, el margen de maniobra es mucho menor y para solucionar los problemas económicos hay que actuar en Europa y hacerlo además en clave europea, buscando consensos y renunciando a la dialéctica del todo o nada. Tenemos que hacernos a la idea de que nosotros mismos quisimos que parte de nuestro destino no esté en nuestras manos
Esta reflexión, a su vez, me hace pensar en Dany Rodrik (apellidado realmente Rodríguez, porque es un judío sefardita y por lo tanto con raíces españolas) profesor de economía en la Universidad de Harvard y autor de un conocido trilema que sostiene la imposibilidad de tener al mismo tiempo democracia, globalización y soberanía nacional. De las tres opciones hay que escoger dos. El argumento es sólido y habrá que debatirlo con serenidad, porque entre otras cosas nadie ha dado con la fórmula para resolverlo a plena satisfacción. También hay que decir, que Dany Rodrik no considera inevitable ni positivo el avance de la globalización.
Más globalización, en nuestro caso, significa ceder más Soberanía Nacional a las instituciones comunitarias. Dicho de otra manera, compartir nuestra soberanía nacional con otros estados y en reciprocidad, influir en la soberanía de los demás. Todos aceptamos sin especiales problemas que el Parlamento Europeo legisle directivas comunitarias para regular el medio ambiente o los derechos de los consumidores, pero otra cuestión es aceptar que ciertos órganos comunitarios regulen las finanzas nacionales imponiendo políticas de austeridad.
Para no perder calidad democrática, los estados miembros sólo deberían ceder soberanía si se profundiza la democracia de las instituciones comunitarias. No es fácil y tampoco está claro que funcione, porque este desenganche requiere soluciones pactadas y buscar aliados dentro de la Unión Europea.
En España hay quién todavía no se ha enterado de esta realidad. Son los que hace un año defendían no pagar la deuda, despreciaban como meros parches las propuestas de los gobiernos y partidos socialistas y socialdemócratas y pese a ello, querían seguir dentro del euro. Ahora dicen haber madurado y tener otra postura, pero no sabemos si es un giro sincero o se trata de puro tacticismo, en línea con la frase falsamente atribuida a Groucho Marx: «estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros».
Cuando critiqué hace meses la manera burda en que el gobierno griego enfocó las negociaciones con la Unión Europea y la Troika, una persona bien intencionada, me dijo:
– «Por lo menos Varoufakis y Tsipras plantaron cara a Alemania y les llamaron de todo a la cara, no fueron sumisos como Zapatero».
O sea, que viene un coche conducido por José Luis Rodríguez Zapatero, le para la Guardia Civil y le pone una multa de 100 €. Como no tiene personalidad, la paga y se larga. A continuación viene otro coche conducido por Alexis Tsipras o Yanis Varoufakis (tanto me da). Le para la Guardia Civil y le pone otra multa. Pero como estos sí los tienen bien puestos, se bajan del coche y plantan cara. Lo típico: usted no sabe con quién está hablando, etc. Resultado: terminan pagando los 100 € de la multa y otros 300 € por desacato a la autoridad. ¿Qué conductor ha tenido una postura más inteligente? Para mí, sin duda, el primero. Pero temo que alguna persona pondría cara de asco, me miraría por encima del hombre y me diría:
– «Tú hablas de inteligencia y yo hablo de dignidad».
Enrique Barrera Beitia
con la dignidad no se le da de comer a un pueblo , en cambio con la inteligencia y el trabajo se tiene dignidad