La noticia no hubiera pasado de ahí si no fuese porque el gato al verse acosado por un boxer y un rottweiler no tuvo mejor idea que aprovechar que un Ford K estaba aparcado en un lateral de la calle para meterse bajo el vehículo y buscar sitio en la zona del motor.
Los dos perros enfurecidos al comprobar que podían cazar a su presa se dedicaron a morder la parte delantera del Ford destrozando la aleta izquierda del mismo.
Al final, el gato volvió a escapar siendo perseguido por los perros de los que, de momento, nunca más se supo.
Avisada la Policía Local y los Servicios de lacería, se pusieron a la “caza y captura” de los caninos para así poder conocer la identidad de sus propietarios pero de momento fue imposible dar con ellos.
Sobre las diez y diez de la mañana el propietario del coche se presentaba ante el vehículo, papeletas en mano porque había salido de su domicilio para acudir a votar y sin tener conocimiento de lo que había sucedido, quedando “espantado” de lo que le habían hecho al coche y pendiente de poner la correspondiente denuncia.
Cuando sucede un percance, los perros no tienen dueños, menudos impresentables.
Un Rottweiler tienen que ir con bozal, aparte de atado. Los dueños hacen lo que les da la gana, ni siquiera les multan.