Un Cup de Mas

Juan Cardona CJuan Cardona Comellas

En diciembre de 2012 el presidente Artur Mas prometía su cargo por su conciencia y honor con fidelidad al Rey, a la Constitución y al Estatuto de Autonomía. En menos de tres años la tramontana independentista hizo estragos el seny catalán y condujo a la aprobación por el nuevo parlamento de la eufemística declaración de «desconexión democrática con España». De forma clara Mas incumplió la promesa realizada en su investidura por su conciencia y honor. Solo cabe una conclusión: Artur Mas es un indigno presidente, faltó a su palabra y carece de honor: ya tenemos otro ex molt honorable president.

Para que el exhonorable vuelva a ser elegido como el nuevo Moises (creo que el original ya era de Manresa) que conduzca al sufrido pueblo catalán a la Arcadia prometida, necesita unos cuantos votos. El único partido que puede (salvo una epidemia de idiotez) «prestarle» el apoyo es la «Candidatura de Unidad Popular» (CUP), un partido muy en línea con el de señor Mas: Convergencia Democrática de Catalunya, recientemente escindido de Unió y actualmente contaminado por Esquerra Republicana de Cataluña y otras instituciones en la variopinta «Junts pel Sí»; tanto que hasta pierde su nombre para las próximas elecciones generales.

cardona-5-12El espíritu revolucionario de los seguidores naturales del ínclito Mas se ven compensados por las ideas más conservadoras de la CUP, que en un esfuerzo patriótico se ofrecen para que no sea Mas quien rompa con la Unión Europea; ya lo harán ellos. Tampoco tendrá que preocuparse por la salida del Euro, para ello contarán con la ayuda puntual de la «podemita» alcaldesa de Barcelona, que ya tiene en marcha la nueva moneda («Condalcolau») que dejará en ridículo el devaluado Euro, y mandar a freír espárragos al corrupto Fondo Monetario Internacional. Los problemas de la deuda pública catalana (bono basura) arreglado de cuajo: se declara totalmente ilegal y se imputa al gobierno de «Madrit», causante de todos los males. El coste que supondría mantener un ejército encuadrado en la OTAN, igualmente solucionado; al borrase del acuerdo y declarar al pueblo catalán oficialmente pacifista, y aprovechando la declaración (para ahorrar papeleo) constituirse en una sociedad no patriarcal, sin desigualdades y discriminación entre emigrantes, lesbianas, gay, bisexuales, transexuales e intersexuales.

Con las relaciones exteriores restablecidas y ya conseguido el estado de felicidad interior (extendido a todos los que juren la nueva constitución) en el que se reconozcan: mitad Alain Delon/Caterine Denueve y mitad Guillermo Tell/y señora, abandonando el estereotipo palurdo y quijotesco de los españoles; la CUP desarrollará con tranquilidad «el control público y democrático de los sectores estratégicos financieros (Banca Catalana II), con la nacionalización y socialización de procesos (tipo Puyol) de apropiación colectiva de las fuentes de energía, transportes, comunicaciones, etc.» «¡Eso es lo bueno de ser anticapitalista!», gritó Artur Mas al ver completado su procés constituent.

 

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