Me considero una persona de izquierdas, pero no izquierdista. No compito en hacer la frase más revolucionaria y creo en el poder transformador de las reformas, lógicamente cuando están bien hechas. Reconozco el desgaste del sistema político nacido de la Transición, pero no creo que sea un defecto de diseño ni el fruto de un traicionero pacto. Creo sinceramente, que tiene que ir al taller de reparaciones y no al desguace, porque no comparto el catastrofismo de los que quieren hacer tabla rasa con todo y empezar de cero y desde luego, no les admito la superioridad moral que exhiben hacia los que no compartimos su visión política.
Lo que está ocurriendo en los últimos años en el campo de la izquierda, con la irrupción de nuevos actores políticos, puede suponer un cambio positivo y profundo a la vez que tranquilo, siempre que participen todas las fuerzas progresistas. Pero también puede ser un viaje que desemboque en la decepción, palabra española donde las haya, si a consecuencia del sectarismo se cierran puertas.
Además del PSOE, partidos como Podemos, IU, Anova y BNG, disponen de capacidades y recursos. Todos hablan de unidad y confluencia, pero tienen problemas para concretarla en su conjunto, porque unos quieren tener la hegemonía y para ello necesitan que desaparezcan los otros. No es lo mismo unirse que tener la generosidad de acoger en su seno a las ovejas descarriadas y a los que han visto por fin la luz redentora, así que el respeto a la diversidad es más bien formal. Los que hayan visto «La vida de Brian», coincidirán conmigo en que esa antológica escena de la reunión clandestina del Frente Judaico de Liberación y del Frente de Liberación de Judea, con la que se hacía una parodia sobre la intolerancia, el sectarismo, los enfrentamientos mezquinos y la negación de la realidad, podrían aplicarse estos días a muchos de nuestros compatriotas.
En lo que sí coincide la «izquierda auténtica» es en excluir a los socialistas, ya que en sus respectivos imaginarios, o bien no son de izquierdas, o forman parte de lo viejo, o son españolistas, o incluso son las tres cosas a la vez y muchas más que todavía están por descubrir. Y es curioso, porque Ferrol está gobernado por cinco concejales socialistas, tres de Izquierda Unida (uno de ellos, el alcalde), dos de Anova y una edil de Podemos. Estamos todavía dentro del plazo de los primeros 100 días, pero ya vemos avances en los desahucios, en las ayudas sociales de emergencia y también como se están rompiendo las amistades peligrosas con empresas privadas que se creían dueñas de Ferrol y del bolsillo de sus habitantes, de manera que hay que preguntarse si esos cinco concejales socialistas, son un lastre para este giro o, por el contrario, tienen mucho que ver en ello.
Además, puede ocurrir que en las próximas semanas o meses, veamos como en A Coruña y otras localidades, se incorporan los socialistas a las tareas de gobierno y es que, gobernar bien una ciudad, es tarea complicada y hace falta algo más que buena voluntad y que un amplio catálogo de gestos rupturistas.
Lenin escribió en 1920 un libro titulado «El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo». Recomiendo con cariño a todas las personas que se sientan molestas por este artículo, que lo lean, especialmente el capítulo VIII (¿Ningún compromiso?) y el IX (El comunismo «de izquierda» en Inglaterra), porque tiene un sorprendente paralelismo con las relaciones que están manteniendo entre sí las diferentes izquierdas del estado, presumiendo poseer, unas más que las otras, las virtudes y esencias de la auténtica izquierda. Todo esto es muy lastimoso para mí, porque se desperdicia un enorme potencial creativo… y por qué no decirlo, también electoral, sin contar con que esos diques que se han levantado, no impedirán la confluencia futura, pero la harán más tardía y restrictiva.
Hola, Enrique:
Encantado de leerte. De veras que resulta un verdadero placer. Aún recuerdo cuando en los 90 compartiamos experiencia política y tú, junto a otros compañeros, subiáis mi silla de ruedas para que pudiese acudir a las reuniones.
Tienes mucha razón en lo que dices: el peor enemigo de la izquierda es su división interna, es ese afán de superioridad moral que tienen los presuntamiente «nuevos» y que les lleva a menospreciar sin compasión la gran labor que se llevó en España durante la Transición. Es obvio que el PSOE ha cometido errores de bulto y será necesario algo más que un «taller de reparaciones» para enmendarlo, pero su experiencia de gobierno está ahí, y eso debería hacer reflexionar a más de uno.
Recibe un abrazo de parte de quien te considerará siempre un compañero.
Enrique, debería de recordar que entre esas empresas que «se creen dueñas de Ferrol» está la que gestiona la recogida de residuos urbanos («basura»), siendo quien entonces era tu partido (IU) con el que al que ahora perteneces (PSOE) fueron los que privatizaron ese servicio y se lo adjudicaron en su día a DRAGADOS. Y es que no hay nada como «perder» la memoria cuando interesa.