Manuel Molares do Val-(molares@gmail.es-cronicasbarbaras.es)
La plana mayor del nacionalismo catalán está formada por los herederos de quienes hicieron fortunas ilegales e inmorales, como los padres de Jordi Pujol y de Artur Mas, dedicándose al estraperlo en la posguerra civil española.
Aprovechando la carencia de pan, aceite, azúcar y otros bienes de primera necesidad racionados con cartillas, y también de divisas para adquirir productos importados, todos ellos se hicieron franquistas.
Con esa militancia obtenían grandes cantidades de mercancías del racionamiento, que debían distribuirse a precios bajos, pero que ellos revendían al pueblo hambriento multiplicándolos.
Tiempos maravillosos: rápidas fortunas, incluida la de la familia de Jordi Sumarroca, el gran padrino, cofundador del CDC de Pujol y Mas, objetivo de muchas investigaciones.
En el estraperlo de divisas estaban los franquistas protegidos, independentistas ahora –los que vivan aún o sus herederos–, Joan Casablancas, Ramón Miquel; Joan Baptiste Cendrós, Joan Millet, Oleguer Soldevilla, Andreu Ribera Rovira y muchos más: CiU.
Todos alimentaban el sistema autártico del régimen para proteger sus empresas, que presentaban como orgullosamente españolas e impedir, con los aranceles creados previamente por el nacionalista-franquista Cambó, comprar bienes extranjeros mejores y más baratos.
Ahora llaman la atención las constantes referencias independentistas a los blindados de la Acorazada Brunete: anuncian que tomarán Barcelona para reprimirlos, pero nadie insinuó la toma militar de la Generalidad; incluso Mariano Rajoy actúa como si no existiera el Ejército.
Pero es que los fiscales y la guardia civil, estos son los blindados, están descubriendo que los estraperlistas mutaron en receptores de comisiones ilegales de entre el 3 y el 20 por ciento en obras públicas.
Se diría que esta obsesión por “la invasión militar de Cataluña” muestra un deseo oculto de revivir la posguerra y volver a los tiempos del estraperlo: da mayores beneficios que las comisiones.